Hoy supe de varias banalidades.
Las trae la radio,
pasan atrapadas en marquesinas
mientras mi auto rojo va hacia algún lugar
necesario,
importante,
urgente.
Y yo tras el dócil comando circular
veo pasar los carteles
estridentes,
bellos de tantas líneas siliconadas,
hermosos de tantos colores iluminados,
perfectos de tantas musculaturas broncíneas,
elocuentes de tanto ingenio estudiado.
La radio canta,
la radio cuenta.
Repite,
insiste,
cercena.
Amputa el mundo
y sólo me muestra
la noticia,
según los otros.
La miseria, hoy, no me toca.
Mientras tanto
pasaron los meses.
Yo tras el volante de mi auto rojo,
colándome entre los rezagados,
dejando paso cortésmente,
dejándome fagocitar por semáforos,
barreras,
vidrieras,
parques, autopistas, avenidas.
Sorprendida al paso infrecuente
franqueado por la creciente villa 31.
Mientras tanto
se acababan las horas.
Yo vigilante de las luces rojas
y los transeúntes sospechosos.
Yo cuidadosa de esos de mirada torva,
que se acercan,
equívocos
cuando la jauría me atrapa detenida.
Descartando eventuales estrategias
disuasivas o de escape
ante el innecesario sinsentido
que nos amenaza a ambos.
Y mientras tanto
los minutos se agotaban.
Y yo me dejaba entrampar
por las dicusiones vanas
y las noticias vendedoras.
Reconozco.
Soy cómplice de mi ignorancia.
Yo atravesando la ciudad
con sus paisajes transidos de belleza.
Los árboles con sus hojas
bordando el cielo de la tarde.
Los cables con sus palomas
labrando esterillas en lo alto.
Los charcos con sus edificios,
espejos de otro cielo.
Las luminarias punzando la noche
como astros.
Permanentemente conmovida.
Y yo me sumerjo con las noticias
en ese otro mundo
y por un instante, muy breve, lo hago mío.
No es el único mundo que me es ajeno.
Mientras,
se consumían los segundos.
Yo con mis maniobras
atentas,
distraídas,
certeras,
equivocadas,
controladas,
improvisadas...
llegando siempre.
Dentro o fuera de mi auto rojo.
Mientras,
la sangre se detuvo,
el pecho quedó quieto.
Ignorado.
Y la noticia es sólo la muerte.
Malva Gris / gadsy
30-dic-2009
De "Poemas erráticos"
A la memoria de Mónica Carranza
jueves, 31 de diciembre de 2009
jueves, 10 de diciembre de 2009
Aún camino por el mundo.
Aún camino por el
mundo,
entre la gente,
entre los árboles y
los pájaros confiados
y me sorprendo de
seguir andando
si llevo el pecho
apuñalado
y los brazos y la
cabeza tajeados
tan impunemente.
Un contrapunto de
sombras y de luces,
un sonido,
el crepitar de las
hojas,
el susurro del viento
en los sauces,
o del pasto temeroso,
el malón de autos
rugientes
impacientes de luz
verde,
todo esto me transita,
me taladra, me tajea,
me despedaza.
Y quedo hecha toda arena
y me desgrano
desangrada
conmovida a la espera
de otro puntazo,
esperanzadamente, el
de gracia.
Y las mañanas y las tardes y las noches,
y los mediodías
estridentes,
y las tormentas
o las noches
prematuras en pleno día,
el olor de la lluvia,
o las hierbas.
El aleteo del pájaro,
o su gorjeo.
Todo eso me hiere.
Igualmente algo late dentro mío,
y más fuerte aún
cuanto más herido.
Los rostros tibios de los niños,
su sorpresa y su risa,
sus vocecitas de piel
de durazno
y su talle de brote
tierno
todo eso me apuñala.
La música y sus contrastes
su hipnotismo
previsible
o sus sorpresivos
caprichos,
sus melodías
sibilantes
o su agresividad
rugosa,
las voces cerrando o
abriendo universos,
rebotando ecos en mi
cabeza,
todo eso me atraviesa.
Las nubes y sus mensajes,
sus colores, blancos,
grises,
aduranznados,
y su manto turquesa a
veces,
me abre la piel en
jirones.
Los truenos,
los ataques sin motivo
de los rayos,
el sol fulgurando
columnas de luz por entre las nubes,
los pájaros nerviosos
antes de la lluvia,
los charcos remedando
edificios.
Todo eso me acuchilla.
Un color o su
ausencia.
Líneas como saetas
separando texturas
tectónicas,
fingiendo distancias,
creando una trama.
Un canto perdido
de pájaro, grillo o
rana.
Todo eso me traspasa.
Los cuerpos de la danza
dibujando argumentos o
caprichos
atando el espacio
o liberando rincones
en el aire,
despegándose de un
muro
sin color ni forma ni
sustancia,
montando pegasos
invisibles
de andar tercamente
oblicuos.
Metamorfoseándose en
peonzas implacables.
Todo eso me despedaza.
Las palabras y las ideas
irrefrenables,
persistentes o
mutantes
confluyendo o
bifurcándose
como serpientes
promiscuas,
y sus evocaciones,
transformadas,
certeras o ambiguas,
provocativas,
perversas, insidiosas
intencionadamente
penetrantes,
desatan sinapsis
hirvientes
como vórtices
inevitables.
Todo eso me cuartea.
Diciembre - 2009
De "Poemas erráticos"
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