lunes, 29 de julio de 2013

Basta.

Basta mirar por la ventana,
basta escuchar el barullo de los pájaros
de regreso a casa, 
basta sentir tus manos, 
para entender qué es la realidad.

Y basta caminar las calles, 
mezclarse entre la gente, 
anónima, 
espectadora, 
curiosa, 
fagocitando pasivamente
los colores y las formas, 
los rasgos y los ademanes, 
las luces y las sombras, 
los árboles
los muros, 
los adoquines
la gente pasando
ocupada en sus asuntos, 
conversando
discutiendo, 
deteniéndose en las vidrieras
entrando o saliendo 
de puertas de madera
de metal
de vidrio,
para alienarme.

Devoro el mundo
y el mundo me devora.
Me fundo en los vapores urbanos
me disuelvo en ladridos
reclamos de gorriones
o chillidos de chimangos.
Me amalgamo en los cuerpos de los otros
en los ladrillos
las baldosas
las persianas
los semáforos.
Y esa realidad se me hace tan propia
que la ajena pasa a ser la otra
la de mi casa.

Pero basta que tus manos
me alcancen
para volver a la realidad
la original
la propia
la que me hizo ésta, 
tan huidiza
tan inestable.

gadsy/malva gris.

viernes, 26 de julio de 2013

Trato de evadir el dolor.

Trato de evadir el dolor
de los testimonios del abuso.
Siempre es igual de doloroso
no importa la edad
por qué no se endurece de una buena vez
este corazón que late y pierde el eco,
que late en el vacío.
Nadie oye.
Nadie quiere oir.
Hay atropello
y nadie quiere enterarse
hay daño irreparable
y hay daño que no se desea reparar.
Y cuando los ríos enfurezcan
y cuando la tierra tiemble y se trague a los pueblos
y cuando el fuego ruja desde el centro
y queriendo vengarse de los perpetradores
terminen envenenado y quemando
a quienes, fieles, deciden aceptar su suerte,
y cuando las tormentas quieran arrancar
a la bestia predadora de bosques y selvas
de mares y ríos
de praderas,
y cuando el sol busque secar a esta especie
cruel
despiadada
indolente
y cuando el hielo congele la sangre
de los desprotegidos,
seguirán sangrando siempre los mismos.
Y nadie se enterará.
Una estadística.
Una mera estadística mentirosa
que siempre mostrará mejoras
progresos.
Eso serán.
Y por más que trato de evadir el dolor
mi corazón patea y pateará en el pecho
y nadie oirá
porque nadie quiere.
Y laterá aislado, lejos,
sin eco.

gadsy / malva gris.

El silencio.

Yo escribo aquí de corrido
como quien al borde de un abismo grita
y, sabiéndose solo,
sin eco siquiera,
vuelve a gritar, como un juego,
cebándose
tomando coraje
y luego canta
y luego arenga
porque las rocas no oyen
no oyen los árboles
los pájaros lo ignoran
las serpientes no entienden
y si entendieran qué
si no es más que un loco
o un niño renacido
jugando al eco ausente
en medio de la soledad
de una montaña
y un abismo.

gadsy / malva gris.

Ritmos crecen.

Y ritmos y RITMOS (y ritmos) les crecen
del suelo, del campo, del monte, se elevan
las danzas que queman los pies en la tierra.
Y saltan y SALTAN (y saltan) demonios
batiendo los aires la manos que cantan
con cuerdas, tambores, sonajas y flautas.
Y ritmos y RITMOS (y ritmos) trepidan
arrancan el grito de euforia animal
la fiesta y el llanto y el grito de guerra
y te late en los pies un himno a la vida
un himno a la muerte, un himno a la tierra.
Y saltan y SALTAN (y saltan) de nuevo
igual hace siglos, milenios, eones.
Nada es tan nuevo ni tan repetido
las bestias son otras pero hacen lo mismo
las hierbas son otras, las lluvias son otras
y todos pactando cumplir con su ciclo.
Y giran y GIRAN (y giran) abismos
y crece la muerte que abona la vida.
Y suenan y suenan y suenan los ritos
y todos mareados sentimos lo mismo.
Y ruedan y RUEDAN (y ruedan) los ríos
y llevan y traen el agua y el limo.
Y rugen y RUGEN (y rugen) volcanes
y escupen el fuego de infiernos reales.
Y saltan y SALTAN (y saltan) las gentes
de frente al dolor, de frente a la muerte.
La muerte, la vida el sol la lluvia
el viento la hierba el monte el desierto
las bestias las aves el mar y los ríos
la noche
y el hombre que late
rituales late
danzas late
y otro que olvidó su origen viene
y rompe el ciclo.

gadsy / malva gris.

miércoles, 24 de julio de 2013

Mi máscara.

Me atrapa mi máscara,
debajo de ella yo convulsionando.
Mi ensiedad la quiebra
ella cree fagocitarme.
Es así.
No, no es.
No la domino, es cierto.
Pero tampoco me ha vencido.
La transformo
y ella también me cambia.
Hoy pinté fuego azul y naranja
con luces blancas
como vapores incandescentes 
en mi máscara.
Ahora debo firmarla
con lo mejor y lo peor que me habita.
Un libro de mí misma
como un libro sagrado
uno más
de los muchos que adoran otras personas.
Yo simplemente doy testimonio de él,
del mío
del propio.

gadsy/malva gris
(para mí en mi cumpleaños)

sábado, 20 de julio de 2013

Mezcla.

Qué mezcla de sentimientos.
Dolor y vergüenza.
Enojo.
Responsabilidad y culpa por la desidia
ante la humillación del otro.
Fotografías de personas como yo
sin hogar
sin intimidad
sin derecho a su privacidad.
Muchas.
Tantas.
Demasiadas.
Como un oprobio.
En la calle.
Sin cobijo,
durmiendo acurrucados
sin manta
a veces con una bebida
a veces con un perro.
Ignorados,
los otros caminando indiferentes.
Como ganado en una sala
con multitud de camas.
Alcohólicos algunos
desolados otros,
humillados todos, 
muribundos muchos.
Deshauciados.
Y yo mirando un desfile de casos ignorados
sin nombre.
Algún testimonio
de alguien que de niño no ha conocido casa,
llamándose a sí mismo ignorante...

Ignorantes nosotros.

Que ignoramos a sabiendas el dolor
de quienes siendo como nosotros
arrastran peor suerte.
Ignoramos,
decidimos ignorar.
Ni verlos.
Juzgarlos
condenarlos,
sospecharlos.

Nosotros ignorantes.
Ignorantes tal vez de las causas de esos destinos
que tal vez no nos son tan ajenos.
Ignorantes de sus travesías
por toda la ciudad
buscarndo alimento
bebida,
medicina
reparo
abrigo,
o una oreja que escuche sus historias
sus cuitas que son muchas
sus testimonios de la vida de los otros
que ven pasar
ignorándolos.

¿Ignorantes quiénes?

¿Acaso no son ignorantes
quienes juzgan y condenan
sin razones y sin leyes?

¿Acaso no son ignorantes
quienes con todos los medios a su alcance
no saben sobrevivir
como quienes están a la deriva
y le ganan un día más a la muerte?

Dolor y vergüenza.
Enojo.

gadsy / malva gris.

viernes, 12 de julio de 2013

Dos niños.

Dos niños recuerdo dolorosamente.
Dos niños callejeros.

Uno hace ya milenios casi,
los ojos asustados,
febriles.
En la calle
(su madre impiadosa).

Yo vi sus ojos de vidrio
sus ojos de leche.
Yo vi el miedo
el no saber
el no entender.

Un hombre cualquiera a su lado
no sabía qué hacer.
Era el único que lo veía
en medio de una vereda bulliciosa
encandilada de luces
de vidrieras, semáforos,
carteles luminosos.
Él, el único testigo del niño asustado
tal vez enfermo.
Su rostro clamaba ayuda
pero sus labios no.
Los ojos del testigo también hablaban
y decían desesperación
y decían no saber
y decían no poder.

Y yo pasé.
Pasé y el tiempo se detuvo
y tampoco supe qué hacer.
Tampoco yo.

Y seguí caminando
inercia de noria
envuelta en luces,
mientras el tiempo inmóvil me esperaba
en un eterno recuerdo culpable.

Pero la calesita dio otra vuelta
y yo ya no estaba.

Y hubo otros niños
desde entonces.

Tantos.

Todos deteniendo el tiempo
con ese poder que tienen los niños.
Tal vez sea  siempre el mismo.

El tiempo no es un impedimento
para que no lo sea.

Y hace unos días nomás,
volvió el niño.

No importa si fueron veinte años,
era la misma piel
piel de durazno
niño pichón
niño cachorro.

Y yo me detuve frente a una luz roja.
Y el niño también se detuvo
justo frente a mí
con tres piedras en las manos.

Y una tomó impulso y se elevó en el aire
y otra descubrió una curva que hirió el espacio
y mientras la primera cortaba el aire en dos
en su descenso
y la tercera ascendía por un segmento de la mañana.
Renovaban sus danzas.
Malabarismos principiantes
parodia circense
amenaza del arte.

Su rostro traía enojo
disimulado bajo el rosado chocolate
de sus mejillas redondas y tensas.
Resentimiento e inocencia lo esculpían.

Los segundos dibujaron una sentencia curvilínea.
Una advertencia, un ultimatum.
Los ojos también se habían enojado
y hablaban con brillo y tal vez con lágrimas.

Se acercó a reclamar su moneda
con la luz verde.
Y yo sabía que eso era sólo una tregua.

Habrá una próxima vez
un nuevo encuentro
tal vez quiso decirme.

Porque él y yo sabemos que es siempre el mismo niño.
Esperando siempre un gesto que no adivino y que no llega.


gadsy /malva gris.


jueves, 11 de julio de 2013

Caballo desbocado.

Caballo desbocado sería tal vez, un instante,
si se cortaran las riendas que me limitan el paso.
Y si superados los riesgos quedara sola
me detendría a beber de alguna acequia.
No sabría adonde más ir
y no me importaría
tarde o temprano encontraría a otros como yo,
-sentiría.
Siempre es posible volver
aunque ya no siendo la misma.
Es verdad.
¿Pero y si no se cortaran y sólo les perdiera el miedo?
Sería un caballo mañero
pero no salvaje.
No sería dueña siquiera de mis rutas
y mis paisajes.
Ni tomaría el riesgo, la incertidumbre del futuro,
con cada trago de agua,
con cada paso.
¿Valen esas simples certezas
esa seguridad que brota de la fe industriosa
a fuerza de repetición de las mismas tareas
día por día,
noche por noche,
hora por hora?
¿Acaso no sería la emoción
apenas la añoranza de un paisaje robado
a un instante
que me sale al paso
por no atreverme a buscarlo?
No acepta acaso,
el caballo salvaje
el riesgo de la serpiente,
del granizo y el rayo?
En ese momento sólo eso importa,
y luego (si hay un luego)
otro tramo de vida habría sido ganado.

gadsy/malva gris


Cuándo.

Cuándo podré deshacerme de estas cuerdas
pesadas como el universo derrumbándose
hecho arena
hecho magma de nieve
toneladas que no cesan.
Estas cuerdas que me enredan
me detienen
como tentáculos
como serpientes carceleras.
Que me enredan en pasados
arrancándome de presentes
parecidos y posibles
y me impiden los futuros apenas blancos
aún sin perfiles.
En pasados días, en años pasados
en siglos superados
milenios atascados
prohibiéndome el paso que me libere
de la carga de los días iguales.
Cuándo.
Cuándo podré deshacerme de ellas.

gadsy/malva gris.

miércoles, 10 de julio de 2013

Los límites que no veo.

Los límites que no veo,
esos que ofenden a algunos,
que me hacen pensar que todo puede ser
y que podría no estar mal que asi fuera,
esos,
me alejan.
Hay un límite en los otros
que no veo.
Y todo puede ser si lo concibo
u otro lo concibe por mí
aunque no lo sepa.
Y yo no veía tampoco cuando era niña
los límites.
Y entonces alguien se indignaba:
cómo podés pensar eso de mí
(sellaba mi sorpresa).
No de vos,
no de ella o de él.
No de alguien.
Simplemente pensarlo posible
tal vez una justificación ignorada
late escondida
acallada
temerosa.
Y quién soy yo para no imaginar
lo más soez
lo más noble
como una entidad apenas huésped
de ofendidos anfitriones.
¿Te creo capaz?
Sí.
¿Me creo capaz?
¿Por qué no?
¿Quíen puede asegurar que no existen circunstancias
que nos sumerjan en la vergüenza
de lo inconcebible
de lo injustificado
antes los ojos incrédulos o sentenciosos de los otros?
Y sentir, al mismo tiempo,
muy hondamente,
quedamente
que no supimos o no pudimos
ser perpetradores de nuestros propios actos
con orgullo
con vergüenza
con distracción
con impotencia
y seguir dignos.
Y yo quién soy para decirte inocente.
Si todos o nadie lo somos.
Y yo quén soy para culparte.
Si cada instante es irrepetible
con toda su carga de horas y avatares.
No veo esos límites.
Esos que los otros ven tan precisos e infranqueables.
Para mí son meras circunstancias
figurativas
llanos acasos.
Y quién soy yo para exigirme ver los límites
corral de la idea de honra de los otros.
Los límites que no veo,
esos,
me dejan del lado de la perpelejidad
cuando el enojo desgaja los rostros
y enturbia los ánimos.
No te acuso, no es eso.
Simplemente no tengo tus límites
no es que no los tenga.
Sólo que tengo otros.

gadsy / malva gris.

domingo, 7 de julio de 2013

Revoluciones.

Revoluciones como bendiciones,
anheladas,
urgentes.
Revoluciones como maldiciones,
temidas,
sospechadas.
Imposiciones de la disciplina.
Obediencia de los acólitos y los pusilánimes.
No hay revoluciones sin perdedores.
No hay ganadores sin perdedores.
Y no hay acuerdo sin discplina.
¿Qué revolución puede ser posible
si los pensamientos no se aunan?
¿Qué revolución será aquella que no tiene
un objetivo
un fin
una estrategia?
Perdidos estamos quienes pensamos
que una revolución indefinida
vendrá a redimir nuestros trabajos.
No hay revolución sin imposición.
Y no hay imposición sin sangre.
No hay revolución sin valientes
sin héroes y sin mártires.
Y no hay revolución sin cobardía.
Aquellos que se someterán a todas las revoluciones,
aquellos que querrán sobrevivir a todas las banderas
a todas las ideas
a todas las miliccias y dictadores,
esos que son el número,
la grey infiel
pragmática de la supervivencia.
Qué tristeza tan grande me abre el pecho,
se hace la noche en mi sueños,
y una oveja más de la manada ciega
saltará la cerca.

gadsy / malva gris.

No soy yo.

No soy yo quien cambie el curso de la Historia.
La Historia seguirá en su inercia
prosperando
hacia el único horizonte que conoce:
sí misma.
Como la muerte la Historia no juzga
no sabe de mejores ni peores
es ella misma la senda
y no hay quien pueda cambiar eso.
Si no son los pueblos
no hay persona que pueda darle otro destino.
No soy yo.
No es tampoco nadie que conozca
o que aún no haya nacido.
Éramos todos
o ninguno,
como casi siempre.
Y todos hemos puesto nuestro pie
en alguna huella
e imprimimos la propia tal vez en barro nuevo.
Y así andando hacemos la Historia.
Con nuestro consentimiento,
nunca a nuestro pesar.
El espacio que no ocupamos
otros o nadie lo habitarán.
Y así es como, sin acuerdo,
nuestros pasos solitarios no prosperan
y son aquellos,
disciplinados,
quienes orientan su propio horizonte.
Y el otro,
aquel que aspiro
no llega de la mano de la libertad.
Éste
el que hoy tengo delante
viene arrastrado de la disciplina de los siglos.
No soy yo
quien a fuerza de cobardes intentos fútiles
quiebre ese horizonte de oropeles fatuos.
No soy yo
sin los otros.
En cambio son muchos
que con la inercia de la obediencia
me impone un futuro que no deseo.

gadsy/malva gris.

sábado, 6 de julio de 2013

Sin musa.

Inspiración es una larga palabra,
y su esencia vaporosa
soluble
aérea
es difícil de amoldar y de vestir.
Musa es más suave, en cambio,
blanda, amable
aunque veloz fugitiva,
escurridiza, burlona
mira de lejos
a casi todos.
Yo aquí con tantas palabras delante
testigo apenas soy
de su romance con los poetas.
Dichosos ellos
que amamantados por tan virtuosa nodriza
han podido parir tanta belleza
tanto sentido.
¿Podré alguna vez revisar mis pasos
y de tanta palabra malgastada
juntar los restos
y, collage sonoro,
cantar al menos un instante del mundo
al transcurso del cotidiano sol
en un minúsculo arco sobre mi cabeza,
un instante como daga
con su brillo y su reflejo
con su vibración como una cuerda
con su danza como un viento o un aire apenas
con su caricia o su herida
con todo lo que trae, se lleva o deja olvidado,
así como hoy,
como siempre,
sin musa?

gadsy/malva gris