martes, 21 de enero de 2014

Del caos de mi vida.

Del caos de mi vida,
que no elijo,
me redimen los poemas de los siglos
de los ingentes demiurgos:
hombres, mujeres
hacedores de mundos
variedades de mi mundo
o de los mundos de los otros.
No sé cómo evitar
que el maltrato indeseado de los bancos
que la estupidez que germinan
diligentes las empresas
industriosas las burocracias
(pese a mi resistencia)
perforen mi escudo
con sus raíces infectas
hasta que me penetran por los poros
como un cáncer
o me succionan como sanguijuelas.
Me roban del tiempo.
Me secuestran de mi calma.
De mis tareas me apartan.
Me mantienen lejos de los placeres.
Sólo me rescatan los poetas
con ese inevitable destino de belleza
de vibrante pulsar mi cuerda
que canta
y ya no existe otra cosa.

Del caos de mi vida
hoy
unos pocos versos
me trajeron de vuelta a casa.

(Habiendo leído algunos poemas de Jorge Spíndola: http://el-placard.blogspot.com.ar/2010/07/poemas-de-jorge-spindola.html)
gadsy/malva gris

domingo, 12 de enero de 2014

No tengo paciencia.

No tengo paciencia de volver sobre lo escrito.
Escribo ahora, que conozco los signos
que se suceden en el tiempo,
en la línea
que se intercalan y se agrupan
y forman bordados
sonoros, tal vez,
si una voz las convierte en palabras.
Porque las palabras
son apenas aliento 
y el aliento no es más que aire
que se diluye con las brisas y las tempestades
que se licua con el canto de las aves
y de los motores,
con los truenos
y otros cantos más rumorosos
o con las voces de los animales
o los leves estampidos de algunos accidentes.
Y como aliento diluido en el aire
viciado de vida y movimiento,
así, igual, se pierde.
Y debe perderse.
El tiempo está para que pase.
Y nosotros como olas en él.
Qué importancia podrían tener mis palabras.
No he inventado los significados.
Los significados son de los pueblos
que abrevan su historia
sus múltiples versiones de la historia.
Yo no he inventado nada de esto,
soy un brizna
una coz
un rebuzno
en la muchedumbre ruidosa.
Vociferante a veces,
Torpe y necia reiterando errores y falacias
o espejo brillante replicando las mejores ideas.
Pensando en eso entonces,
es que no tengo paciencia
de volver sobre lo dicho y darle lustre
pulir las palabras
y de ahí los signos.
No vale la pena.
Quién llegaría aquí
y se detendría tanto tiempo
como para leer con alguna atención esta línea.
Menos las otras más antiguas.
Por eso 
no tengo paciencia de volver sobre lo escrito.
Si no tiene caso
mejor inhalar y espirar nuevos laberintos
nuevos encajes
fugaces
de letras.

gadsy/malva gris

miércoles, 8 de enero de 2014

Las bellas palabras.

Las bellas palabras,
abandonadas.
Atrás quedaron los días de los pensamientos gentiles.
Estela,
te gustaba (me decías) cuando le cantaba a la naturaleza.
¿Sabés?
Cada vez puedo menos.
Cada vez más el dolor y menos la dicha
y menos aún la luz diáfana del día
(inocente de tan ignorante)
me roba las palabras, los puntos y las comas.
Yo que vibraba como una cuerda de violín
con la luna y las estrellas,
con los pliegues de la luz
en las rugosidades de la sombra
que me asombraba sin remedio
vencida
con el viento vórtice de susurros
y me hería de muerte una llovizna
como púas, como espinas,
el aroma de las hierbas bendecidas de rocío
de la tierra mojada
elevándome por el aire infinito...
No lo he olvidado.
Soy la misma.
Pero más en carne viva.

gadsy / malva gris

Calmo.

Aquí es todo tan calmo.
El silencio de la mansedumbre
la épica de los felices
las voces que no me llegan.
Yo sé que más allá gritan
de gozo
de dolor
de impotencia
de excitación
de a una, de a dos, de a miles
las voces de los otros.
Yo sé que no me llegan
sus palabras de alabanza
ni sus gemidos sufrientes.

Aquí todo es tan calmo.
El silencio impone una muralla,
el silencio de las distancias,
que diluye las risas y el llanto,
el gritito breve del juego de algún niño
divertido
los gritos de un festejo
o de una hinchada en el calor de la competencia,
el alarido del terror
o el clamor de la muchedumbre.
Diluidos por las distancias
divergentes en el viento,
disgregadas en el tiempo.

Aquí todo es tan calmo.
Hoy el sol dibuja algunas sombras en la medianera.
El aire está tibio y casi quieto.
Se escuchan brevemente algunos niños riendo
chapoteando tal vez en la piscina de algún vecino
algún avión en el cielo cristalino
algún auto en las avenidas
unos pasos en la casa de al lado.

Aquí hay tanta calma.
Mi teclado,
la vibración de la cuerda de colgar la ropa
y los broches trémulos
improvisando algún ritmo breve
el agua escurriéndose en alguna cañería
un vaso que se apoya en alguna mesa.
Aislados, espaciados, tranquilos.

Aquí es todo tan calmo.
¿Cómo ignorar que están pronunciándose palabras
de compromiso
de tarde soleada
de noche íntima
de sentencia y enojo?
Que se están elevando
(o arrastrando)
canciones e himnos
diagnósticos
contratos
verdades como dagas
mentiras como tuneleras...

Aquí todo es tan calmo.
Pero el aire está viciado de palabras.
Bendito de palabras.
Infectado de palabras.
Ornado de palabras.
El aire quieto,
el aire tibio,
el aire ardiente
el aire tumultuoso.
De palabras invisibles
con su magma y con su hielo
con su avalancha de rocas y de barro
con su brisa leve,
fecunda.

Y aquí sin embargo, todo es tan calmo...

gadsy / malva gris.

martes, 7 de enero de 2014

Yo que nunca.

Yo que nunca terminé de matar
ese brotecito tierno de la rebeldía
y que tampoco lo dejé crecer
de puro cobarde.
Yo, que nunca terminé de hablar claro
y decir algunas cosas por su nombre
nombrándolas a medias
pidiendo permiso.
Yo, justo yo.
Que hoy me dijeron:
"claro, no podía ser de otra forma,
no podías ser otra cosa".
"Desde chiquita eras así,
pensabas de otra forma
importunabas con tus preguntas
ponías a los maestros en aprietos".
Y yo no sé.
No me di cuenta.
No era conciente.
Pedía respuestas.Y por eso hacía preguntas.
No medía las preguntas.
No especulaba con las preguntas.
No me armaba con las preguntas.
Yo, que no me di permiso de decir quién era,
de pensar quién era.
Yo que aún no sé bien quién soy.
Que recién ahora, hace pocos años
empecé tímidamente a tomar conciencia.
Con terror, con espanto.
Yo que venía ocultándome en las medias tintas.
Yo... yo ya soy una rama torcida.
No quiero que creas que soy una esclarecida,
una valiente
una heroína.
No.
Yo ya estoy perdida.


gadsy/malva gris