lunes, 13 de abril de 2015

Cuestión de fe.

Es cuestión de fe y la fe es incuestionable.
Aquellos que intentan dar razón a la fe
no medrarán en vano,
será una nueva fe acerca de la fe racionalizada
aunque falaz, involucre nuevos crímenes
y sume otros a los que la fe a secas,
la fe mágica
que no da concesiones,
ya ha perpetrado.

Es cuestión de fe sí, no darle crédito,
no creer en la magia de las estampitas
de las cruces, de los talismanes,
de las escaleras apoyadas sobre la pared
de los gatos negros que antes de pasar te miran
sólo para intimidarte
(creer que lo hacen también es cuestión de fe).

Es cuestión de fe creer en la estadística
en su poder revelador,
en su naturaleza de guía de la buena decisión
la decisión sesuda.
Es cuestión de fe creer que la medida
resuelve el problema de haber medido
o de no haber medido su complemento en el mundo.
Y es cuestión de fe creer que su lectura
no venía preñada de intención o de metas
que no fue creada para justificar o desmentir
para estimular la fe en un discurso
o para estimular la fe en su resistencia.

Es cuestión de fe creer en un discurso
de alguien con rostro severo o bondadoso
de alguien con expresión tramposa
a la que se otorga el beneficio de la siempre apariencia engañosa
de alguien que da supuestas pruebas de buena fe.
Y es cuestión de fe no dar crédito a acusaciones y sospechas
a anécdotas, señales.
El tan mentado beneficio de la duda es cuestión de fe.

Es cuestión de fe negar el poder de la fe.
Y lo es también creer en la omnipotencia de la razón.
Creer que todo es cognoscible es cuestión de fe
y creer que nada puede conocerse también lo es.
Creer que es posible un término medio
creer que el punto medio parte las diferencias
que todos podemos salir ganando
o que siempre saldremos perdiendo
todo eso es cuestión de fe.

Nos mueve la fe en nosotros mismos
y la certeza de no poder
es otra fe que nos paraliza
y aunque no tuviera tal poder sobre nosotros
a través de esa fe en que el miedo podrá paralizarnos
nos paraliza.

Hemos racionalizado nuestro conocimiento
como quien esteriliza instrumental quirúrgico
y también es cuestión de fe
pensar que una operación de tal naturaleza
aplicadas las herramientas
no cambiarán algo en nosotros
tal vez una prótesis de una fe maltrecha
o una ablación de otra fe,
la desechada.

gadsy / malvagris

miércoles, 1 de abril de 2015

Casi todos los días.

Casi todos los días, sí, casi todos,
escribo y si no escribo pienso que escribo.
Escribo porque las palabras
se me hacen cadenitas o encaje en el papel
pero no en el aire.
Como una medicina casi todos los días escribo.
No escribo porque sepa
no escribo porque crea
que mis palabras componen algún arte.
Sólo que casi todos los días
me impulsa el ritmo del aliento
de la bomba del centro del pecho
de la red eléctrica desde adentro del cráneo
involuntario y fisiológico
mi organismo me impone la escritura.
Y yo casi todos los días, sí, algo escribo.
Como exhalo, así escribo.
No recojo el aire expulsado
ni vuelvo a respirarlo
o sí, tal vez un poco mezclado.
Tal vez por eso me repito.
Y se hace manía de agrupar las palabras
en renglones distintos
como forma de bordar un diseño
escalonado
caprichosamente
con ritmos desparejos
como melodía improvisaba
sin metas
sin formas
así porque las palabras crecen desde el margen izquierdo
porque brotan como la humedad de las paredes
o el musgo de las rocas.
Y sí, casi todos los días escribo
y si no escribo pienso que escribo.
Y van quedando las palabras sucesivas
como cabellos caídos
en los contiguos cuartos de mi casa
como pestañas en la mejilla
ocasionales
como suspiros sin motivo
así escribo.

gadsy / malvagris

Subo.

Subo. De la mano del sol subo
me arremolino con las hojas secas
del rubio otoño, del pelirrojo otoño.
Bajo. Empujada por los rostros graves
de las hoscas multitudes encerradas
en el subte
en los colectivos
en sus metálicas corazas
rugientes
humeantes.
Subo. Montada en el canto de la calandria.
Me hago pájaro y subo.
Me hago zorzal y perfumo el aire de melodías.
Me hago hornero e improviso un dúo
en matemático contrapunto.
Bajo. Sumergida en letras
que configuran incendios y desatenciones
de algún bosque milenario
acuchillado por la espalda con una daga de dinero.
Edificios crecerán, pienso,
donde ramas esmeraldinas se sucedían para perforar las nubes,
y bajo.
Subo. Impulsada por las páginas de un libro
que al girar circundando el lomo
aletean como mariposas
y me prometen de esas utopías que me crecen en el alma.
Pero bajo. Rasguñada por las ásperas discusiones
de los argumentos prefabricados de políticos y periodistas.
Bajo por no haber entendido a tiempo
que entrampada también he jugado un papel.
Pero subo. De la mano del compañero caminando las calles
nocturnas de una Buenos Aires desapacible
poblada de plazas y de iglesias
hendida por calles, avenidas y apuñalada por semáforos.
Su mano me remonta por sobre la traza
de la geometría de los barrios
y sobrevuelo una de las tantas realidades superpuestas
por un instante
en un año cualquiera
en este reencontrado universo.

gadsy / malvagris.