miércoles, 13 de agosto de 2014

Acaso.

¿Acaso no alcanza con las tardes tibias,
con la luz alimonada de ciertas mañanas,
con las risas cascabeleantes de los niños,
los conciertos de perros, de grillos y de ranas
para quebrar los encantamientos de la técnica
los engaños de los afiches y las pantallas?

¿Acaso no bastan los embriagantes vapores de un café
el rumor del viento o de la lluvia
las telas y la piel en roces cómplices
la maraña de los cabellos al viento o entre los dedos
nuestro nombre en los labios de los compañeros de viaje
para romper los hechizos de los discursos mentirosos?

¿Acaso no es suficiente con tejer la historia
tal como lo hacemos día a día, los cualquiera que somos,
palabra a palabra, gesto por gesto, espera en espera,
sin poder evitarlo, sin fama, sin titulares, sin noticia
para aceptar que la vida es esto y ninguna otra cosa más,
hecha por vos y yo, y no por periodistas, publicistas y políticos?

¿Acaso no es el arte, con su llanto, sus cantares,
su invitación a la fiesta, regalándonos recreados
los colores y las formas, los sonidos y los ritmos,
los trozos de historias, las miradas mezcladas
nuestro mismo espíritu llamando a otros
nuestro mismo espíritu contestando algún llamado?

¿Acaso no es la tarea, la labor de cada día
en casa, en la fábrica, la oficina, el hospital, la escuela,
el campo, el puerto, el mar, el laboratorio o la montaña
esa multitud de haceres que crean y destruyen
mínimas porciones de la Historia,
y nosotros, digo, los que la desarmamos y armamos cada día?

Y si es así,
¿qué hacemos tan aislados?


gadsy / malva gris