viernes, 6 de noviembre de 2015

Estas arduas pasiones, trabajosas.

Estas arduas pasiones, trabajosas,
dificiles de sostener iluminadas
que tienden a caer y hundirte con ellas
ay, estas arduas pasiones,
cuánta alegría e ilusión rezuman.
Estas arduas pasiones, de iguales,
de acompañarse y celebrar el día
de recogerse a la intimidad
y poblar de susurros la noche,
ay, cómo son de esperadas
estas arduas pasiones.
Y cómo son de atentas
que escuchan con el reloj detenido
con las manos quietas escuchan
y se detienen en las palabras
y sus infinitos sentidos,
así son estas arduas pasiones
de compañeras.
Ay, estas arduas pasiones
que queman mis venas
y conducen mi mirada
a quienes ajenamente tal vez
atraviesan mi día
pero que me clava el alma
en una aurora de durazno, algodón y perlas,
no terminan de consumirme
y no soy cenizas
y así es que siempre sigo en brasas
gozando y sufriendo
estas arduas pasiones
tan conocidas y heredadas por los siglos.

gadsy/malvagris

martes, 20 de octubre de 2015

La vida como el mar.

La vida como el mar,
impertinente, abofetea el aire
y me ata los pies sin cuerdas.
Me disciplina alejándome el piso
no estoy en el aire,
no estoy en la tierra.
Me ahoga con sus olas enfurecidas
su vértigo de aparecer y desaparecer
en lenguas verticales
latigarme y sumergirme
en sus pesadas sábanas.
Sofocarme con una equívoca caricia.
Sus olas
el peso del mundo tienen
y me roban y me devuelven
para golpearme y arrojarme
a un sinfín de rodar sin pausas.
Así me trata a veces.
No sé si alegrarme o ponerme triste.
No sé si estoy feliz o desdichada.
No llego a reponerme
tan vertiginosa es
tan déspota
me arrastra
me levanta en el aire salado
y me suelta
arrastrando la espuma y la burbuja
y apenas asomo
intento una bocanada
y otra ola me golpea
y me arroja de lado
de frente
de espalda
nuevamente.
No, no hago pie.
No llego a ninguna orilla.
De cerca las rocas me amenazan
como puñales acechantes.
A veces me abren el pecho
y dejan mi corazón lacerado.
Es la luna.
El viento es.
Resistir hasta que cambie el clima
y nadar quedamente
a la arena tibia.


gadsy/malvagris

jueves, 17 de septiembre de 2015

Etiquetas.

Cada vez me convenzo más de que aunque algunas etiquetas nos llenen de admiración o emoción, por lo que representan, o por su historia, las etiquetas en vida son como grilletes, como anclas.

Aun con pesar, mejor es humildemente renunciar a las etiquetas que admiramos.

Alguna vez escribí en algún poema que es honor de pájaro morir de mal vuelo.

El vuelo del corazón o del pensamiento a veces equivoca el rumbo. Pero la vocación de alas no tiene freno. Esas alas pueden lanzarnos al error y lo mejor que se puede hacer es esperar que el golpe no nos mate y que nuestros yerros no sean irreparables.

Otras veces la etiqueta te empuja y te lleva por algún camino que tus emociones o sentimientos no desean transitar. Un abismo sin redes ni cuerdas. Esas etiquetas tienen ojos que te vigilan y te obligan, te amenazan y te expulsan si tus méritos son insuficientes.

¿Lo mejor será coquetear y dejarse seducir por la etiqueta, pero sin entregarse del todo?

Aún con carencias y pesares la vida es tan hermosa que vale la pena dejar cada tanto las etiquetas guardadas en una primorosa cajita.

Siempre vuelvo a la idea de que las etiquetas les quedan mejor a los muertos, cuando ya no pueden protestar ni enorgullecerse.

Y lo mejor es aprender a tomarle la temperatura a nuestra sangre. A veces dejarnos incendiar desde dentro y otras replegarnos, guardar las alas y ver caer las hojas del otoño.

Igualmente siempre es difícil resignarse.

gadsy/malvagris.

viernes, 17 de julio de 2015

Sangre.

Sangre caliente que arrasa mis venas
espesa
negra la sangre hirviente
bulle
y me late la piel
y se me encienden los ojos
y las mejillas hechas brasas
porque la sangre me hierve el alma
me prende fuego los pulmones
me calcina los huesos
y negra me quema las vísceras
el aire evapora
y es la sangre que negra
inunda mis oídos
mi lengua
y me erosiona los pasos.

gadsy/malvagris

viernes, 29 de mayo de 2015

Hermosos los rostros.

(Al ver el documental "Un grito inclusivo
ante el silencio pedagógico" de UNDAV y
ver a Jazmín, Nicol y Gianfranco*)

Hermosos los rostros
cuyos ojos sonríen
precediendo a sus convicciones.
Hermosas aquellas mujeres
y esos hombres
que se hicieron a fuerza de sueños.
Hermosos los labios que sonríen
satisfechos
con hoyuelos simpáticos
pómulos sensuales
ojos tímidos
o barbillas rugosas.
Hay días en que puedo ver
otra belleza detrás de los cuerpos
insinuada a veces
por los ademanes
las miradas
un tono de voz,
una pausa.
Yo te veía hoy, Jazmín, te veía, Nicol,
te veía, Gianfranco.
Veía sus gestos
sus ojos hablando
recordando su tránsito
poblado de días infatuos.
Yo te vía hoy, Jazmín,
tu dulzura y tu emoción veía.
Yo te veía hoy, Nicol,
y veía el dolor y la humillación
en tus recuerdos.
Y te veía, Gianfranco,
satisfecho del pequeño triunfo
de una lista de asistencia.
Pensar que algunas personas
necesitan tanto para ser felices.
Y otras, en cambio, tan poco.
Depende de la perspectiva.
Ser quien se elija ser, por ejemplo
y eso puede ser tan fácil o tan inalcanzable.
Y a mí, por ejemplo,
me alcanza con apenas un remolino
de hojas secas.


gadsy / malvagris.

*Hay otras personas que aparecen en el documental pero no recuerdo sus nombres, sí recuerdo estos pues conocí a Jazmín y a Nicol personalmente y de Gianfranco, recordaba haber escuchado su historia con anterioridad. Aparecen además tres personas más, pero no recuerdo sus nombres.

jueves, 21 de mayo de 2015

Cuando llego.

Cuando llego (no importa adónde)
me sobrecoge el otoño sembrado sobre la acera
como costras de pan
crujientes
sus voces (quedas)
me cosquillean los oídos.
Yo no puedo explicarte qué placer
me hormiguea en el túnel de sonido
que me perfora la cabeza
desde los oídos.
Yo no puedo explicarte cómo me encienden los ojos
las llamas moribundas de las hojas sobre el asfalto.
Una orilla en llamas, las zanjas bajo el cordón.
Y yo allí
esperando que se conviertan en pájaros de cerveza
y vuelen con una ráfaga urgente
hacia las ramas
hacia el sol
hacia las nubes
hacia la tarde incendiada
de luz rosada.
Yo no puedo explicarte cómo me hormiguean las sienes
de tanto oro
tanto fuego
tantos pájaros escondidos
tantas cortezas de pan crujiente
recién horneado
que se me meten por los poros
y me llenan de ocres, naranjas y borravinos
de amaderados perfiles
de angulosos filos ambarinos.
Yo sé que mis pasos les arrancan palabras
tal vez imprecaciones
y qué puedo hacer yo
si no conozco su lenguaje
y no sé si reirme o entristecerme
no sé si festejar o acongojarme
y esa incertidumbre
me remonta y me deja en suspenso
aguardando la brisa
que eche a volar los pájaros de oro
y me sacuda el sortilegio que me tiene presa.

gadsy / malvagris.

Las calles sin barrer.

Las calles sin barrer
tapizadas
ocres escamas que gimen
y se deshacen bajo los pasos.
Llego a casa
y es una bienvenida
la alfombra de oro.
Yo sé que es el sol que se tiende
boca abajo
sobre la tierra
y prodigarle honores
entregándose
y así me reciben ignorantes
hecha la primera mujer
testigo del apareamiento
que fecundo parirá
la primavera.

gadsy/malvagris

domingo, 17 de mayo de 2015

La casa en la esquina.

La casa en la esquina
exhala una hiedra
que abraza en sangre viva los muros
pródiga de vinos
de llagas
de llamas.
El otoño la ha herido,
a la hiedra
a la casa
a la esquina.
Las hojas como garras
con sus cinco puntas asiéndose
soltándose cansadas
de la pared indolente
ignorante a las súplicas
de la hiedra moribunda.
Sangra la casa el vino
de una hiedra
que desnuda su carne
que arrastra sus lenguas
hasta el suelo casi frío
del otoño.

gadsy/malvagris



Pájaros de oro.

Descienden quedamente
con el viento
se detienen desmayados
ebrios de aire
los pájaros de oro
de bronce
de cobre.
Ancianos de madera
de huesudos brazos indolentes
sueltan
desprejuiciadamente
como cristales quebrados
encendidos de atardeceres
pájaros de oro
de bronce
de cobre.
Los veo sobre las veredas
ensombrecidas de alas quietas
como picoteando las baldosas
los pájaros de oro
de bronce
de cobre.
Resplandecen
a la luz moribunda de la tarde
o al sol cansino de los mediodías aun tibios,
tostados por las brasas del verano que huyendo
ha dejado sembrado el suelo
de pájaros de oro
de bronce
de cobre.


gadsy/malvagris

viernes, 8 de mayo de 2015

Cierro los ojos. Abro los ojos.

Cierro los ojos y veo las calles húmedas y sucias,
fabriles.
Veo la puerta, las escaleras.
Veo un ciento de mujeres con sus faldas sencillas,
Oigo sus pasos
veo su ceño preocupado
y oigo sus cincuenta jóvenes voces extranjeras
(apenas unas niñas algunas
vibrantes de juventud recién estrenada
otras)
enojadas unas
firmes varias
temerosas también otras,
organizándose.
Los motivos de la huelga (como siempre)
son diversos
pero se saben justos.
Flota aun así el temor
(¿hasta dónde son capaces
de aplastar la racionalidad de los reclamos?).
Es una apuesta con el diablo
(en el fondo saben).
La jornada se encadena y desencadena 
y abro los ojos.

Abro los ojos y veo el diario
una página, dos, tres
ofreciendo obsequios que pocas necesitamos
por ser mujeres, dicen,
en nuestro tan merecido día.
En medio de comodidades anestésicas
cierro los ojos.

Cierro los ojos y veo capataces
jefes veo y veo gerentes
enchalecados
con sus chaquetas ajustadas encima
una cadena distinguiéndose
y distinguiéndolos
marcando un primer límite
en la elegancia
el buen gusto
las formas aparentemente medidas.
La medida y el juicio es lo que los distingue
además
de las masas embrutecidas
de fabriqueras y capataces.
Abro los ojos.

Abro los ojos y salgo a la calle
el trajín de las tareas cotidianas
sin sospecha de sangre y fuego.
Si alguna vez esto que tengo costó sangre
no lo veo
no huelo del perfume tórrido
de las heridas y el humo mezclándose
nada retuvo el aire
todo ha licuado la distancia
de los kilómetros
los años
los discursos
las arengas
y los libros de Historia
y cierro los ojos.

Cierro los ojos y veo mujeres
discutiendo detalles
los méritos de la huelga
o impacientándose de las que dudan
o temen.
Los acentos se mezclan.
Pero hay algo que entienden bien:
salario, trato y extranjería.
Aunadas  en lo innegable.
Es grave enfrentar
el derecho bien guardado
por leyes ausentes o leyes cómplices
de los dueños y los patrones.
- ¿Ven lo que pasa? Abran los ojos.
Y yo los abro.

Abro los ojos y veo a las mujeres preocupadas
por un detalle estético en la mesa
y porque la rebeldía de sus hijos persiste
y en la escuela en el fondo no toleran
los cuestionamientos y la indisciplina.
Nos veo poniendo por delante
los nimios detalles de nuestras vidas unitarias
replicando los mismos problemas tras cada puerta.
Los mismos problemas
pero no lo vemos.
Primero lo mío que es tan urgente
luego
luego
luego...
(¿ves que no se puede?)Mi problema no es el mismo
en el fondo... es mío.
He visto allí también mi rostro.
Me repliego en mí misma
y cierro los ojos.

Cierro los ojos y escucho las puertas cerrarse
escucho los golpes de las pesadas hojas
enojarse y extenderse amuralladas
escucho los cerrojos
y los pasos y los gritos
y los gendarmes custodiando las salidas.
Y veo chalecos con cadenas que finalizan
con círculos de metal que expulsan una tapa
verdugos del tiempo
y esclavos de la impaciencia.
Huelo humo.
Algunos gritos, no de terror sino de urgencia
se extienden en el compartimentado interior.
Y veo un ciento de mujeres
algunas enojadas
otras asustadas
intentando resolver su encierro.
Algunas corren a las puertas y golpean
gritan insultan
o lloran y suplican.
Las puertas se estremecen pero no ceden.
El humo aumenta
y coronan las toses algún llanto.
La impaciencia fermenta
y se alimenta del terror y de la furia
y aparecen las dagas de los gritos
que se multiplican y cortan el aire
en jirones que no logran herir los muros.
Ahogada abro los ojos.

Aquí el aire está más limpio
y el encierro es otro
anestesiadas
nuestras pequeñas posesiones
conquistas de nuestro trabajo
son bloquecidos de muros invisibles
que nos separan del mundo.
Yo he aprendido a sentirme mejor que otras
sé pensar
sé conducirme con mesura
sé cómo no perder el control
y sacar provecho
difiriendo las soluciones
en problemas
que se diluyen unos en otras
indistinguibles.
Pero prefiero asumir que es inevitable
y segura de mí misma cierro los ojos.

Cierro los ojos y los gritos se multiplican
no quedan mujeres (ni varones)
que no intenten fútilmente abrir las puertas
calmar los desesperados intentos por salir
detener a quienes se lanzan desde el octavo piso
al vacío
(mejor quebradas que muertas
pero encontrando la muerte al final del vuelo)
el humo se abre para mostrar las llamas
las toses se apagan en cuerpos inertes
u otros yacen golpeados aplastados quemados
y veo un ciento de mujeres
sorteando derrumbes
atrapadas
agonizando
buscando las ventanas.
El espanto abre mis ojos.

Abro los ojos y creo entender
que aquello que he comprado
no ha costado un precio justo.
Alcanzo a adivinar restos de sangre
en todo lo que me rodea.
Esto también es parte del fénix.
La leyenda dice que renace pero no cómo.
No renace igual quien renace de sus cenizas
y si las cenizas carbonizaron la sangre
ese fénix es cómplice también
de la muerte del anterior.
Cierro los ojos.

gadsy / malvagris

lunes, 13 de abril de 2015

Cuestión de fe.

Es cuestión de fe y la fe es incuestionable.
Aquellos que intentan dar razón a la fe
no medrarán en vano,
será una nueva fe acerca de la fe racionalizada
aunque falaz, involucre nuevos crímenes
y sume otros a los que la fe a secas,
la fe mágica
que no da concesiones,
ya ha perpetrado.

Es cuestión de fe sí, no darle crédito,
no creer en la magia de las estampitas
de las cruces, de los talismanes,
de las escaleras apoyadas sobre la pared
de los gatos negros que antes de pasar te miran
sólo para intimidarte
(creer que lo hacen también es cuestión de fe).

Es cuestión de fe creer en la estadística
en su poder revelador,
en su naturaleza de guía de la buena decisión
la decisión sesuda.
Es cuestión de fe creer que la medida
resuelve el problema de haber medido
o de no haber medido su complemento en el mundo.
Y es cuestión de fe creer que su lectura
no venía preñada de intención o de metas
que no fue creada para justificar o desmentir
para estimular la fe en un discurso
o para estimular la fe en su resistencia.

Es cuestión de fe creer en un discurso
de alguien con rostro severo o bondadoso
de alguien con expresión tramposa
a la que se otorga el beneficio de la siempre apariencia engañosa
de alguien que da supuestas pruebas de buena fe.
Y es cuestión de fe no dar crédito a acusaciones y sospechas
a anécdotas, señales.
El tan mentado beneficio de la duda es cuestión de fe.

Es cuestión de fe negar el poder de la fe.
Y lo es también creer en la omnipotencia de la razón.
Creer que todo es cognoscible es cuestión de fe
y creer que nada puede conocerse también lo es.
Creer que es posible un término medio
creer que el punto medio parte las diferencias
que todos podemos salir ganando
o que siempre saldremos perdiendo
todo eso es cuestión de fe.

Nos mueve la fe en nosotros mismos
y la certeza de no poder
es otra fe que nos paraliza
y aunque no tuviera tal poder sobre nosotros
a través de esa fe en que el miedo podrá paralizarnos
nos paraliza.

Hemos racionalizado nuestro conocimiento
como quien esteriliza instrumental quirúrgico
y también es cuestión de fe
pensar que una operación de tal naturaleza
aplicadas las herramientas
no cambiarán algo en nosotros
tal vez una prótesis de una fe maltrecha
o una ablación de otra fe,
la desechada.

gadsy / malvagris

miércoles, 1 de abril de 2015

Casi todos los días.

Casi todos los días, sí, casi todos,
escribo y si no escribo pienso que escribo.
Escribo porque las palabras
se me hacen cadenitas o encaje en el papel
pero no en el aire.
Como una medicina casi todos los días escribo.
No escribo porque sepa
no escribo porque crea
que mis palabras componen algún arte.
Sólo que casi todos los días
me impulsa el ritmo del aliento
de la bomba del centro del pecho
de la red eléctrica desde adentro del cráneo
involuntario y fisiológico
mi organismo me impone la escritura.
Y yo casi todos los días, sí, algo escribo.
Como exhalo, así escribo.
No recojo el aire expulsado
ni vuelvo a respirarlo
o sí, tal vez un poco mezclado.
Tal vez por eso me repito.
Y se hace manía de agrupar las palabras
en renglones distintos
como forma de bordar un diseño
escalonado
caprichosamente
con ritmos desparejos
como melodía improvisaba
sin metas
sin formas
así porque las palabras crecen desde el margen izquierdo
porque brotan como la humedad de las paredes
o el musgo de las rocas.
Y sí, casi todos los días escribo
y si no escribo pienso que escribo.
Y van quedando las palabras sucesivas
como cabellos caídos
en los contiguos cuartos de mi casa
como pestañas en la mejilla
ocasionales
como suspiros sin motivo
así escribo.

gadsy / malvagris

Subo.

Subo. De la mano del sol subo
me arremolino con las hojas secas
del rubio otoño, del pelirrojo otoño.
Bajo. Empujada por los rostros graves
de las hoscas multitudes encerradas
en el subte
en los colectivos
en sus metálicas corazas
rugientes
humeantes.
Subo. Montada en el canto de la calandria.
Me hago pájaro y subo.
Me hago zorzal y perfumo el aire de melodías.
Me hago hornero e improviso un dúo
en matemático contrapunto.
Bajo. Sumergida en letras
que configuran incendios y desatenciones
de algún bosque milenario
acuchillado por la espalda con una daga de dinero.
Edificios crecerán, pienso,
donde ramas esmeraldinas se sucedían para perforar las nubes,
y bajo.
Subo. Impulsada por las páginas de un libro
que al girar circundando el lomo
aletean como mariposas
y me prometen de esas utopías que me crecen en el alma.
Pero bajo. Rasguñada por las ásperas discusiones
de los argumentos prefabricados de políticos y periodistas.
Bajo por no haber entendido a tiempo
que entrampada también he jugado un papel.
Pero subo. De la mano del compañero caminando las calles
nocturnas de una Buenos Aires desapacible
poblada de plazas y de iglesias
hendida por calles, avenidas y apuñalada por semáforos.
Su mano me remonta por sobre la traza
de la geometría de los barrios
y sobrevuelo una de las tantas realidades superpuestas
por un instante
en un año cualquiera
en este reencontrado universo.

gadsy / malvagris.

domingo, 22 de marzo de 2015

Cada tanto.

Cada tanto me pasa que quiero despertar
consciente de la pesadilla
en la que en todos los rincones se repite
la misma trama.
Espiados, perseguidos, desaparecidos.
Torturados, encarcelados, aislados.
Castigados
por no hallar su lugar en la trama.
Porque no pudieron
porque no quisieron.
Despiértenme de este mal sueño
en el que no hay salida.
Sepa quien quiera cambiar la trama
que no tendrá dónde esconderse,
que no hay rincón del mundo
seguro para ocultar a un rebelde.
Espiados, perseguidos, desaparecidos.
Torturados, encarcelados, aislados.
Castigados
por no querer ocupar un lugar en la trama.
Confieso que yo me anestesio y sigo.
Que miro para otro lado y sigo.
Que lloro transida por una espada pero sigo.
Que otras veces protesto
y cuando no lo soporto más e intento
mostrar la trama
la injusta trama
la perversa trama
soy ignorada
burlada
compadecida
señalada.
¿No ocurren acaso los atropellos y los abusos?
¿No ocurre la vulnerabilización de los débiles
de los pobres
los enfermos
los viejos
los niños?
Estigmatizados, abusados, aislados.
Negados, exiliados, expulsados.
Escondidos, humillados.
Por favor, díganme que estoy equivocada.
Por favor, despiértenme de esta pesadilla.
Libérenme de este dolor y esta impotencia.
Absuélvanme de esta culpa de estar sentada
mirando el mundo
abrumada por todo lo que no hemos impedido.
Porque me siento impotente
ante tanda desdicha,
yo, que he sabido rodearme del bienestar que enceguece
que te aturde y te hace sordo
que te ata las manos dulcemente.
Cada tanto me pasa que quiero creer que es un mal sueño
y que despertaré pensando
que el amanecer es amarillo
y todos aún duermen en tibias camas sin temores.

gadsy / malvagris.

sábado, 21 de marzo de 2015

Yo no sé.

Yo no sé qué es eso de tener razón
cuando se justifica el provocar las muertes.
Yo no sé,
pero a veces he callado
si creo que la muerte quita
un perpetrador de desgracias al mundo.
Es cierto.
Pero yo no sé cuándo estar segura.
Es tan difícil saber quién mueve cada día nuestros hilos.
Sí, marionetas de las palabras somos
aún más que de las ideas.
Y las palabras tan fácilmente nos traicionan.
Seguimos los signos y construimos las palabras
que nos penetran y nos hieren o nos acarician,
sí,
y yo no sé si son inocentes o falaces.
¿Cómo saberlo?

Ayer y hoy
y hace dos días
o cinco
yo he leído, escuchado, sentido
palabras de dolor
como agujas de hielo
como saetas de lava.

¡Ay y cómo saber si esto que siento es verdadero!
Es dolor que me apuñala sin piedad.
Veo que se repite a través de los años y la distancia.
Pareciera que nada ha cambiado
pareciera que todo se repite
una y otra vez,
un calco
una conspiración de dos lados.
Un juego siniestro
una representación para confundirnos.

¿Podrá ser?
¿Podremos ser todos cómplices tan sórdidos
de esta trama tan siniestra
en donde todos creen tener la razón
o todos saben que la traicionan
y les da lo mismo
impunemente
mientras nosotros aquí no sabemos qué sentir
qué llorar
o con quién enojarse
qué lucha apoyar
hasta dónde es cierto todo este espanto
si es una pesadilla
que nunca termina
y cómo somos cómplices de este horror
eterno horror
espanto de cada minuto?

Yo no sé qué creer.

Yo que provengo de una familia de espectadores
que no tengo protagonistas en la Historia
estirpe de aquellos que siempre callan
y en su silencio otorgan, complacen, perdonan,
yo, precedida también por gente que supo detenerse a tiempo
y sobrevivir,
yo,
simplemente no sé.

gadsy / malvagris.

jueves, 12 de marzo de 2015

Qué hago con este pájaro inquieto.

Qué hago con este pájaro inquieto
que me aletea incesantemente en la jaula del pecho.
¿Cómo dejarlo salir?
Me preocupa su salud.
No quiero que muera encerrado
sin conocer su propio cielo
sin sumergirse en sus propias olas de espuma
sin crear sus propias ramas bajo sus patas.
¿Cómo suelto este pájaro inquieto
que ahueca mi pecho, dolorosamente
con sus alas siempre batiendo?
Nunca duerme.
Me da tristeza y ternura a la vez.
Ningún pájaro debería padecer nuestras prisiones.
Son el espíritu del aire y del viento,
almas  malogradas por nuestros tercos encierros.
Pero cómo habría de liberarte
pájaro inquieto.
¿Si grito sabrás colarte en mi garganta?
¿Si canto sabrás remontar las melodías?
¿Si lloro podrás navegar mis lágrimas?
No quiero mantenerte dentro
sin la oportunidad de quebrar el aire
con tajos de pluma
sin el riesgo de volar
y ser devorado por el viento.
No quiero dejarte ir tampoco,
no sé si tendré corazón después de eso.
Creo que tu aleteo pájaro
es lo que me late en el nido del pecho.
¿Cómo dejarte ir si no es muriendo?

gadsy / malvagris.

lunes, 9 de marzo de 2015

Mujeres.

¡Qué hermosas somos cuando estamos juntas!
¡Qué fuertes!
¡Qué potentes cuando no nos turba el miedo,
cuando la fuerza nos hace muralla
torre
puente!
Hoy marchamos juntas
en renovado aquelarre
que como entonces
(en las épocas oscuras, nunca idas)
atemoriza a los dueños de las prohibiciones.
Si alguna vez el dolor o la impotencia
(aunque no recuerde)
me hizo renegar de ser mujer
hoy sé que me corona de laureles
y no de espinas.
Ser mujer entre mujeres me pone alas
me eleva por encima de las nubes
en busca de soles parapetados
tras escurridizos horizontes
pero ya sin temores.
¡Qué hermosas somos cuando estamos juntas!
¡Qué fuertes!
¡Flores, bosques, aves somos
olemos a savia
olemos a torrentes
olemos a cascadas
sonamos con las voces del viento y del agua!
Las madres y las hijas
las mujeres en multitud y las solitarias,
¡qué hermosas todas juntas increpando,
determinadas a ser continuadoras
de la estirpe de las mujeres que movieron al mundo
que parieron milicias, el arte y la ciencia,
que criaron héroes y heroínas del olvido
que abonaron las trincheras hechas acequias  en los campos!
De su sangre también ha crecido nuestro alimento
y regadas de lágrimas han crecido las cosechas.
Fragua de las generaciones de las historia somos juntas.
Perpetuando el grito de libertad
músculo de nuestras entrañas
potencia de nuestro aliento
a pesar de los mitos y las leyendas infames.
que nos ha negado el derecho a la plenitud y la dicha.
¡Pero qué hermosas somos cuando estamos juntas!
¡Qué fuertes!
Que nuestros sueños se pueblen de rostros y siluetas luchadoras,
que nuestra fuerza se multiplique
y más justas, más humanas cada instante
crezcamos la magia de lo impensado.

gadsy / malvagris.


sábado, 7 de marzo de 2015

No a la violencia.

No a la violencia.
Poné la otra mejilla
y cuando te hayan ampollado ambas,
poné el pecho a las balas
y las manos en el fuego.
Cerrá los ojos
y no veas lo que viene.
Negá la violencia
que impone el hambre
y la indignidad.
No te resistas
sé mártir
sé héroe de la tolerancia.
No a la violencia.
Dejate segregar
dejate violar.
Resentite pero no reacciones.
Que los demás te tengan lástima
adalid de la inacción
contá tu historia de vejámenes
en un auditorio vacío:
nadie quiere oir tus quejas.
Pero decile no a la violencia.
Es así, los pacifistas a ultranza
debemos ser tolerantes
a las violencias de los otros
sobre todo si está organizada
sobre todo si está institucionalizada.
No a la violencia
bajo cualquier circunstancia.
Algún cuerpo
alguna vez
será el primero no atropellado
por el tren de la arbitrariedad.

gadsy / malvagris

Crucigrama.

Palabra que empieza con a, ocho letras.
Dícese del estado de la sociedad
en que la fe ciega es reemplazada
por al armonía
por la empatía
por la buena voluntad.
Dícese del estado de la sociedad
en la que ésta desconoce la ciega obediencia
a las convenciones
a la ciega ley
a la justicia ciega
al mero mérito.
Dícese de la ausencia de potestades absolutas
que anulan el pensamiento y la acción.
Dícese del estado de la sociedad
en que la igualdad
es el punto de salida
y de llegada.
Dícese del estado de la sociedad
en que la autonomía
y no la comodidad
es la causa de los días
y de las noches.
Dícese del estado de la sociedad
en la que la arbitrariedad escasea
y es negada al paso de la armonía.
Dícese de la recuperación de la conciencia
de la mirada hacia adentro y al costado.
Dícese del sortilegio
que se escapa de la magia
y que anida en las voluntades
haciéndose presente
sólo por la determinación
y que niega la negación de los otros
y que afirma la afirmación de cada uno.
Dícese de aquello que aletea en el pecho
cuando su ocho letras son bebidas 
por las miradas felices de los infelices.
Palabra que empieza con a, ocho letras.

gadsy / malvagris

Palabras de varón.

Mi biblioteca destila palabras de varón.
¿Qué ideas extranjeras hicieron nido en mi cabeza?
Cuenco lleno de ecos
de gritos
de amorosos cantos
de proclamas
de epopeyas.
Mi cabeza cuna de ideas extranjeras.
No hubo casi mujeres que escribieran
en los papiros arrugados de mi cerebro.
¿Qué pasó con nosotras que callamos
ingentes siglos
milenios de silencio?
Parimos ideas mestizas
y sementales fueron los poetas
y los filósofos
que fertilizaron con sus palabras
andróginos de letras.
En mi cuenco campana
en mi cuenco cueva
en mi cuenco huevo de luz y de tormentas
hicieron nido
y también las parí yo,
bastardas.
Mis ideas sí,
son hijas de varones
maduradas en cráneo de mujer
que le dio tibieza.
Cráneo útero,
cráneo cáliz
cráneo mortero
moliendo sílabas
pulverizando letras
creciendo luego redondeces sonoras
significantes
pero sí, igualmente bastardas.
Mi biblioteca regó mieles de varón
en mi cabeza y en mi alma
y creció una hiedra
de certezas (sí) extranjeras
no reconocidas,
y fructificaron,
sí, bastardas.


gadsy / malva gris

miércoles, 4 de marzo de 2015

Los últimos días del verano.

Los últimos días del verano
con sus luces nacaradas
resignando su luz a las mieles del otoño.
Le ha arrancado ya
las primeras escamas de oro
como un pez cincelado
en la luna un atardecer cualquiera.
Ya desata fulgores alimonados
la copa del árbol tempranero
presuroso de desvestirse
para entregarse antes al invierno
que redime con su soplo
de navaja y purifica la savia.
Las calles crepitan en estallidos breves
bajo mis pasos
o en danza intempestiva
de la brisa breve.
Es imposible no morir un poco
acuchillada con la maravilla
que desmayada renuncia al azul
y busca el rojo.
Me asesina el otoño prometido
dulcemente
como la mirada helada de Medusa.

gadsy / malvagris.

martes, 3 de marzo de 2015

Ciudad contrapunto.

Ciudad contrapunto.
Techos, calles, ventanas instrumentos
papeles, telas instrumentos
ciudad orquesta.
Contrapunto urbano, nada nuevo.
Las gotas demoradas
engordadas
cayendo pesadamente sobre un techo
un balde
una chapa.
Distintos cantos
más lejos,
más cerca.
La brisa sacude las ventanas
y las ventanas rezongan brevemente.
Un auto rueda una calle mojada
y se oye una ola vaporizada.
Y la ventana trepida
y las gotas espaciosas se suceden.
Es un adagio
de pesadumbre
húmedo y fresco.
Entra el viento con su contundencia
y arrastra un lienzo que cubre un mueble
rumoroso.
Y otras vibraciones
de maderas,
aluminios
más cerca,
más lejos
más breves
leve percusión en fuga rítmica.
Sacudones impertinentes
otra ráfaga con voz propia
y el lienzo canta.
Increpan las ventanas
y las gotas percuten los techos
en escala aleatoria.
Un perro
lejano y despreocupado
desata el ladrido de otros perros.
Respondiéndose a doble o triple coro.
Irrumpe una radio feroz
algún locutor en la cumbre tensa
de la emoción creciente
relata,
tal vez,
un partido.
Las gotas espaciadas
la coda
de este contrapunto urbano.
Nada nunca oído.
Techo instrumento
aluminio, lienzo, vidrio instrumento.
Adagio cansino.
Ciudad orquesta.


gadsy / malvagris

Quise robarte cadenas

Quise robarte cadenas
y soltarte las manos
y alivianar tus tobillos
entonces te dije las palabras
las benditas palabras
las mágicas palabras
como quejas
como denuncias
y no sé si pude
o si los eslabones hendían tu carne
y te arrastré con ellas.

(Si no te dejás vaciar de palabras viejas
los grilletes crecerán con raíces hasta el hueso).

No, no así.

No hay que cerrar los oídos.
Simplemente dejar las palabras nuevas
entrar como brisas
lavar la cuenca de la cabeza expectante
y algún sonido áureo
o un silbido resplandeciendo
pulirá seguramente nuevas formas.

Entonces sí
las raíces de metal que aprisionan tus muñecas
y tus pies a un palenque
directo al centro de la galaxia
se quemarán con una nueva luz
y los eslabones
oxidados ya
se dejarán sacudir sin resistencia.

Entonces sí
robarte cadenas
sin permiso
sin delicadeza
como un ritual
de alas abiertas.

Entonces sí
el silencio y el goce
sin lastres
sin nudos
la garganta limpia
los huesos firmes.

gadsy / malvagris

viernes, 27 de febrero de 2015

Agitada como ayer la sangre.

Agitada como ayer la sangre
espumea también hoy
como un mar rompiendo en un acantilado.
Sumergida estoy en un vaivén carmesí
enloquecida en llamas de fulgores bermellones,
a veces violáceos.
Yo me doy cuenta de que no es sangre sino lava
la que me corroe y me desgaja en felicidades,
incontinente,
irredenta
(sé que me repito
pero es mi naturaleza de volcán que se impone
y habla por mí a través de mis venas).

Una mariposa bordada hoy
en la penumbra de mi barrio
me mostró sus alas.
Cuando mueren las mariposas se ponen generosas
y posan gentiles mientras admiro su orfebrería.
No es la primera vez.
Tengo algo del aleteo de las mariposas
en mis días vibrantes
cuando mis venas se hacen látigos
anguilas vertiginosas
o serpientes a la hora del descanso.

Yo leo las palabras
de hombres y mujeres de espíritus impetuosos
que me infectan de sus pensamientos vivos
como una fiebre
que el papel contagia
a través de los años.
Y esas palabras también
(mariposas
dagas
serpientes)
corren por las acequias de mis venas encendidas,
y son granadas
que estallan y me renuevan.
Sobre todo cuando los días traen sus tareas
sus exigencias pesadas como mundos
me crecen abstinencias
y obstinadas no ceden
hasta que me fragmentan en esquirlas.

Condenada estoy
a este movimiento continuo
a este latido de galaxia
a este repliegue y a esta expansión
rítmicos
urgentes.
Y agitada como ayer la sangre
hoy me limpia, me sacude y me renueva.


gadsy / malvagris.


jueves, 26 de febrero de 2015

A veces.

A veces siento y no sé qué siento.
Siento un aleteo en el centro del pecho
siento un fuego por las venas
siento un geiser, una tempestad en mi garganta
los pulmones un fuelle de una fragua.
Siento agujas en los ojos, saetas
flechas de plata al horizonte.
No sé por qué siento eso, pero eso siento.
Y una inquietud por correr, hablar
hacer una cosa tras otra
hacer una cosa y además otra
y varias más, todas a la vez
con urgencia.
A veces siento y es un ímpetu
de espera impaciente
de alguien que no sé quién es
que está por llegar y no sé cuándo
que vendrá y no sé por qué
y que me saludará y no sabré qué decir
y que me reconocerá y no sé quién es.
A veces siento y no sé qué siento.
Siento un terremoto y un mar intranquilo
un ventarrón repentino y una chaparrón inesperado
un remolino de hojas secas
y un latigazo de arena
uno tras otro sin tregua
y sin tiempo de notarlo
sorprendida siempre.
A veces siento y es estar en vilo
de algo por acontecer
de algo pendiente
retrasado
inminente.
A veces me pasa esto que describo
y luego simplemente pasa
y deja un alivio
un brisa silenciosa tras de sí
y nadie vino
ninguna tormenta perturbó al barrio
y nada distinto e inesperado ocurrió.
Y sin sentir ninguna zozobra
continúo con mi vida
hasta la próxima vez.

gadsy / malvagris.

miércoles, 25 de febrero de 2015

Inútil trabajo.

Inútil trabajo es querer aniquilarte,
podrán matar a hombres y mujeres,
y aun anidando en sus pechos
pensada y alimentada en sus cabezas
incendiando sus venas
desaparecidos ellos
desaparecidas ellas
tampoco así desaparecerías.
Cómo es posible que siendo arrasadas
las negras multitudes
aún así germinen,
cada generación,
las mismas ansias
las mismas urgencias.
Cómo se explica que no se amedrenten
las desencantadas multitudes
y persistan en acunarte
hecha diamantes la mirada.
Inútil tarea es planear tu exterminio
no es posible.
Verdadera Fénix
renaciendo de sus despojos
o incluso menos.
Sin saber siquiera tu nombre
sin conocer tu historia
ignorando los nombres de tus mártires
pese a todo ello
fermenta en los pechos,
los brazos y los sueños.
Acallarte es imposible
una vez que tu voz ha sonado
como manantiales y pájaros en la aurora.
Haber oído tu susurro
equivale a buscarte en cada vez más detalles.
Inútil trabajo es intentar silenciarte
no hay voz más potente que el silencio.
Más allá de las arengas de los mitines
y de las canciones atronadoras de los recitales
es en el silencio,
en la intimidad,
en el goce o en el dolor
donde no dejás de crecer y echar raíces.
Inútil tarea es negarte
siempre resurgiendo como un grito contenido
una necesidad postergada.
Me niego sí, a veces,
me resisto sí, cansada o temerosa,
pero es una levadura de fuego
que termina finalmente encendiéndome.


gadsy / malvagris.

martes, 24 de febrero de 2015

Renacida.

Renacida, nadie sabe cómo.
Descubierta, cada año.
Han intentado destruirla desde siempre.
Pero renace.
Renace enamorando.
Y renacida te siembra estrellas en la mirada.
Te percute el pecho a cañonazos
te incendia las venas.
Renace quemándote el alma
estallando el cerebro
y las esquirlas de tu cráneo
incrustadas en el envés de los brazos.
Te late en la piel,
Te perfora las axilas
y la boca del estómago.
Te ata de las nubes y te eleva
y no te mece
te sacude entre tormentas
empapándote
transiéndote con rayos
acariciándote luego con auroras boreales
y dejándote planear sobre los valles más verdes.
Renace y furiosa no te suelta.
Te acecha y en tanto ignorada se pone enfrente
y te desafía, despechada.
No es posible olvidarla.
No es posible ignorarla.
Y si renace en tu alma
ya no tendrás paz.
Y han intentado aniquilarla
y han segado del mundo a miles,
millones de desconocidos portadores de la idea
infectados sin remedio
perdidos para siempre.
Contaminados por la misma pasión
bendecimos esta enfermedad
tan llena de luz como de sombras.
Nos descubrimos humanos
animales
vivos.
Nos redime.
Nos suda la cúspide del néctar
la ambrosía que nos iguala a los dioses.
No. No hay más dioses.
Renacida destruye las jerarquías caprichosas.
Yo no la conocía.
Intentaron matarla tantas veces
pero renacida en mis entrañas
me fue tomando toda.
Y me sale por la piel,
quemándome desde dentro.
Ay, renacida en mí,
como en cada uno
una maldición bendita y redentora.
No existe forma de matarte.
Todo, sin saberlo
me llevaba a renacerte.
Hoy las casualidades son innumerables
los caminos confluyeron
como una constelación
como una profecía
y aquí estoy también yo, renacida.

gadsy/malvagris.