miércoles, 19 de octubre de 2016

Que no te pase.

Que no te pase que un día
que la que tanto querías desaparece
y aparecida luego
en una bolsa negra de reflejos macabros,
en una caja embarrada y entreabierta
en un baldío ya sin tibieza ya sin luz en los ojos
te traiga a la memoria el día en que te desentendiste.
Que no te pase de arrepentirte
porque tu amiga, tu confidente,
tu compañera,
la que compartió días o años de tareas
o veladas cómplices
se apagó entre llamas,
entre gritos
o calló para siempre entre sofocos
o imploró por última vez con un grito que nadie oyó a tiempo.
Porque eso pasa.
Y que no te pase porque está pasando
y nos pasa cerca.
Y un día, un día cualquiera
lo impensado su impone
de ahí para siempre
tras un recurrente no puede ser que esté pasando
tras un incrédulo no pudo haber pasado
tras un caprichoso no, no es, no fue, no puede ser.
Que no te pase
de pensar que debiste haber luchado
y te ganó la indolencia.
Que no te pase que otras no luchen
también por vos y por mi ausencia.
Que no te pase que me gane el cansancio
y que no luche finalmente por ambas.
Que no pase que finalmente pasó lo impensable
lo que no se puede imaginar
lo que no hay forma de soportarlo.
Que no te pase
porque si te pasa
también a mí me pasa.
Me pasa, me traspasa, me cercena.
Me pasa el dolor
me pasa la bronca y la impotencia.
Me pasa que la furia contenida me corroe
y con todo eso,
lo que haya ocurrido ya no tendrá arreglo.


gadsy/malvagris

viernes, 4 de marzo de 2016

No es lo que parece.

No es lo que parece.
Es mucho peor.
Hay quien se beneficia.
Hay quien permanece indiferente.
Hay quien disfruta y aplaude diligente.
Hay quien no cree en lo que ve
y hay quien cree que es inevitable.
Hay quien piensa que es triste pero necesario.
Y hay quien lo necesita.
Y por eso no es lo que parece.
Porque no es sólo el daño o el dolor
no es solamente la pérdida o el atropello
es más que eso
hay una necesidad y una conveniencia
hay una decisión de hacer
y hay muchas otras de sostener.
Hay determinaciones de mirar a un costado.
O incluso de aplaudir, ocultar o mentir.
Hay intenciones de limpiar culpas
de consolar con la resignación
de convencer de que no puede hacerse otra cosa.
Hay organizaciones
con miles de manos y cerebros que trabajan
para reproducir eso que ves
una y otra vez a lo largo de las décadas.
Los años son meros eslabones
que atados impiden que la cadena se corte.
Por eso no es lo que parece.
Es peor
porque no es sólo lo que parece.
Es más que eso.

gadsy/malvagris

jueves, 3 de marzo de 2016

No les importa.

No les importa.
Y posiblemente tendrán buena fortuna
y no conocerán el hambre,
la frustración, el atropello.
Y por eso no les importa.
Ven en los otros el dolor y no les importa.
O no lo ven o no intentan verlo.
Y no les importa.
Porque no es para todos la felicidad.
El bienestar no es para todos.
Hay que ganárselo.
¡Y quién lo dice!
Los hechos lo dicen.
Si no tiene es porque no merece.
Hay una magia en el mérito:
se le reconoce a quien lo tenía predestinado.
Ya lo merecía antes de pensar en desearlo.
Como la Fe,
que hay que pedirla con Fe
para obtenerla
y que para pedirla
había que tener Fe desde antes.
Paradojal la Fe y el mérito, pienso.
Hechos a medida, pienso.
Y no les pasa, tal vez, nunca
que no merezcan aquello a lo que aspiran.
Porque aspiran a aquello que creen merecer.
Y no hay forma de que no sea así.
Es natural, piensan.
Y cómo entenderán que a otro sí
les ocurre injustamente
que pierden la casa, el trabajo, la salud,
que no pueden levantar la cabeza
que les falta la suerte
la oportunidad
o que es el refinamiento lo que les falta
en el gusto
en los modales
y que no es para ellos
qué vas a hacer
no es para todos, todo.
No es justo para todos, todo.
Es justo para ellos más
porque más merecen.
Y no les importa
no hay forma de que lo vean injusto.
No saben lo que es el límite
el borde del precipicio
la encrucijada del no poder.
Y es verdad, lo concedo:
yo tampoco.
Pero tal vez me pasa que puedo leer el dolor
que me corta el pecho el dolor
me atraviesa como una daga de hielo el dolor
o tal vez porque aprendí a adivinarlo
y porque no entiendo por qué
hay quien sabe leer titulares
y no las miradas.
Y no les importa.


gadsy /malvagris.

sábado, 27 de febrero de 2016

Oda al panfleto.

Que no te gustan los panfletos
me dijiste
y yo te entiendo.
Alguna vez me he avergonzado
también yo
de los adjetivos atrevidos
de la arenga audaz
casi salvaje
de los giros bastos
y las exclamaciones pretenciosas.
Sin embargo
cuando los ojos se llenan de realidades turbias
de tormentas tumultuosas
cuando los oídos escuchan
tras el rumor de las multitudes
los gritos de la desesperación silenciada
o los gemidos de la resignación y de la inercia
entonces esa otra ciudad
que convive paralela a la ciudad de los diarios,
ese otro campo
que está aplastado bajo el campo de las estadísticas,
ese otro mar
que esconde las corrientes violentas
bajo el mar obsecuente de los complejos turísticos,
ese otro río
que cada tanto se hace presente
en las orillas de los barrios privados,
ese otro cielo
que espera un amanecer
que acabe con los amaneceres en serie
invisible tras los edificios,
o ese otro aire
que se filtra escaso entre los humos
de las industrias y los autos,
entonces (te decía)
esas otras realidades que esperan
para salir a escena y protagonizar la Historia,
te ponen fibrosa la entraña
y se hace hilos la carne
y se arremolina
para hacerse, apretada, una mecha.
Y la sangre, que de impaciente se pone combustible,
empapa atropellada tus palabras y tus pensamientos
y sólo necesita la chispa.
Entonces, sí,
se acerca sugiriéndose
lo ves danzando en el aire,
caído de algún balcón
o en una mano como bebedero de aves
o como flor recién abierta
ofreciendo sus pétalos al aire,
o pendiendo de una cuerda en algún poste
o sobre un mostrador como una torre de escamas
así,
entonces sí
cuando la carne se te hizo hilos trenzados
apretados hasta el dolor
y la sangre cáustica te corroe la piel,
solo entonces
llega
te cerca
baja
se te planta de frente
el panfleto
y enciende la mecha.

gadsy/malvagris.