martes, 30 de septiembre de 2014

Octubre, otra vez octubre.

Octubre, otra vez octubre
con sus nubes violetas a dos metros.
Me doy cuenta de que este año se me ha escurrido.
Porque otra vez el jacarandá florece
y no fue sino ayer que salí a festejar esa lluvia de tules
de campanillas jabonosas.
Es tan cercano el haber salido a asombrarme
de los caminos de la plaza en geometrías
verdes, aladrilladas, lilas.
Todavía no pude olvidar el mosaico del piso de las plazas
de las veredas.
Todavía están cayendo las flores delante de mí
como copos de nieve o panaderos suspendidos.
Octubre, otra vez octubre
con la savia corriendo por mis venas
enardecida de ráfagas
del rugido de la avenida
de las luces estridentes del tránsito en contra
otras estrellas más cercanas
ocultando las de antes
las que mirábamos de cara al rocío.
Octubre, otra vez octubre
con el jacarandá pintando el aire
remedando las nubes
tapizando los charcos.
Alfombra de noviembre
de bordado fugaz
latigazo de viento barriendo la vereda.
Octubre, otra vez octubre
maravillosos días para resucitar del invierno.

gadsy / malvagris.


viernes, 19 de septiembre de 2014

Palabras por delante.

Palabras por delante.
En la vanguardia.
En los titulares y las noticias.
Palabras por delante
por siglos transformadas
por usos transformadas
por ingentes generaciones transformadas
por costumbres transformadas.
Transformándose y transformando el mundo.
Marionetas de las intenciones
máscaras de las ideas.
Palabras por delante.
Intenciones en bambalinas.
Ideas titiriteras
gestos saboteadores.
Por delante, las palabras.
Guerreras las palabras.
Hechiceras las palabras.
Afirmando o negando los hechos, las palabras.
Encubriendo la acción, las palabras.
Palabras por delante.
Y por detrás la realidad.
Por detrás las mentiras.
La Historia, detrás.
La sutileza, detrás.
La suspicacia por entre medio.
El arma embebida en la palabra.
El veneno empapado en la palabra.
Pero la inocente palabra por delante.
Palabras que van a su pesar
cargadas de medias verdades
de mentiras completas
de eufemismos intencionados
royendo el llamado
corroyendo la súplica
disolviendo el consuelo
esfumando la mano que se tiende
puente entre almas
que se buscan.
Vacías palabras
cáscara de intenciones concupiscentes.
Palabras, simples palabras por delante.
Y no se encuentran,
las almas no se encuentran.
Las personas no se encuentran.
Los pueblos no se encuentran.
Se pierden
conducidos por las palabras
fachada de otras muchas cosas
disfrazadas de meras palabras.
Señuelo las palabras.
Rehenes, las palabras.
Por delante,
siempre por delante, las palabras.

gadsy / malva gris.

Caemos.

Caemos, cómo caemos en los detalles.
Desde lo alto de la idea
caemos.
Nos alejamos.
Caemos desde la conciencia de lo fundamental
caemos como ingrávidos
descendemos minimalizándonos
fragmentándonos
atomizándonos en gestos,
en palabras
como en hilos enredándonos
mirando hacia abajo,
siempre hacia abajo.
Atrapados en una maraña
que nos aleja irremediablemente
nos arrastra como la corriente
como la marea
entre las nubes,
en medio de la niebla
en un remolino de refranes
perdidos en consignas.
Pero no llegamos al piso
no hacemos pie
caemos, caemos, caemos...
en una ilusión que no termina nunca.
Entretenidos caemos en minuciosas distracciones.
Perdemos el origen
perdemos e pie y caemos.


gadsy / malva gris.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Luz y oscuridad.

No hay forma de desconocer la luz
habiendo visto.
Aun cerrando los ojos,
aun arrancándome los ojos,
la luz me quema el recuerdo
en medio de la oscuridad
primigenia
elemental
de todo origen.

Yo he conocido alguna luz
no la luz de la verdad,
no la luz de la bienaventuranza,
sino alguna luz
que me mostró algún color
(no, tampoco todos los colores).

Sé de la oscuridad ahora de otra forma.

Antes de nacer era sólo oscuridad
(es cierto)
y será sólo oscuridad después de muerta.
Pero no la conocía entonces
y no la reconoceré después del último día.

Es la conciencia de la luz
la que me hace saber de la oscuridad.
Que también es bella.
Saber la oscuridad
por haber visto la luz
es otra cosa.

No hay forma de desconocerla
después de haber visto.

La diferencia entre ver la oscuridad
o saberla como el continente de las formas invisibles
es precisamente la luz.

Yo sé que ahora veo
y por más ciega que quede seguiré viendo.
Ver, me ha quemado la conciencia
y aún negándola
yo sé que ahora conozco también la oscuridad
por lo que es,
más que por lo que oculta.

Me enredo en las palabras,
me doy cuenta.

Y me repito.

Pero lo descubro letra a letra
una y otra vez.
Esta manía de ver
y de dejarme inundar de líneas y colores,
de siluetas de objetos,
de los perfiles de las ideas.
De ideas y realidades.
Violentada y seducida
gula de luz
no querer ya adivinar las formas.

Soy un hilo anudado en los hilos descartados
de un taller de costura,
irremediablemente enmarañada y perdida.
Eso soy.

Pero sé de la luz y de la oscuridad
y eso solo sobra.


gadsy / malva gris.

No sé si disimular quién soy.

No sé si sé disimular quién soy.
Y no sé si quiero.
Sé que soy una que se confunde
con el aire
las hojas envueltas de vientos
girando con el polvo
un día ventoso de otoño
(este otoño justo no fue tan ventoso).
Sé que vivo confundida y no sé si pienso
así o de otro modo,
como he leído recién
o como me enseñaron hace 30 años o más.
Sé que me confundo con la sabiduría
de los probos
y de los réprobos.
Sé que confundida
olvido desdeñar a los bastos
y adular o asentir callada
a los bienpensantes.
Me confundo,
lo único que sé es que me confunde
un dolor
como un resentimiento
como si fuera yo la réproba
la ignorante,
la atrevida.
Y no,
me dicen que no soy yo.
Me dicen que yo siempre fui obediente,
estudiosa,
respetuosa.
Y que no entiendo ninguno de los dos mundos.
(Déjenme acá con el aire que remonta pájaros.)
Yo me acuerdo que aprendí a juzgar
a criticar
pero justo se me olvida el dictamen.
Y  eso me confunde.
Tienen que decirme todo el tiempo
cómo debo pensar
porque se me escapa el distraerme con el aire
con algún pájaro
mientras la radio dice cosas importantes
juiciosas
muy graves.
Y yo me confundo
con unos pies chuecos
una panza redonda
o una sonrisa con pocos dientes
y me da risa la inocencia de ciertas poses
y las miradas perdidas de la gente
en vaya a saber qué recuerdos.
Me confundo y olvido mi papel.
Qué mal que he aprendido mis lecciones,
ahora que lo pienso.
Qué mal me salen,
que no puedo sacar las mismas conclusiones
que no puedo repetir las palabras y los gestos adecuados.
O me salen un rato y después me olvido,
me confundo con la queja de algún desdichado.
Y me brota el resentimiento,
líquido y salado quemándome los ojos.
Y me vuelvo a confundir.
-¿Soy ellos?
-No.
Estás a salvo.
Tenés casa, comida, trabajo.
Amigos, familia.
No sos ellos, los desdichados.
No te vayas con las hojas por favor,
tenés que ser alguien.
No te olvides de los bienestares
dejá que las aves vuelen su destino de plumas.
Vos acá.
Estate atenta.
Atenta a tu rol, 
a tu lugar.
Es tu turno, no te distraigas.
-¿Turno de qué?
(Y pasan las hojas haciendo remolinos
y me voy en risas maravillada
como si fuera la primera vez y tuviera cuatro años.)
Algo malo pasa conmigo.
-No me mires con reprobación. Yo me confundo.
Digo entristecida.
-Al menos que no se te note.
Tanto trabajo inútil...
Si la vida se va con los pájaros o las hojas.
Y no sé si sé disimular esto que soy.
Algo de viento creo que tengo.
Yo me voy a ir al aire cuando muera
con los pájaros, las hojas secas y el polvo.
Con la luz del sol o de la luna.
Si siempre me estoy yendo.
Tengo como una tristeza de pájaro sin alas.
Yo quisiera dejar de catalogar al mundo.
De dictaminar: esto está bien, esto está mal.
Se me desdibuja la diferencia.
Porque ya no sé cómo pienso
si es que algún pensamiento ha sido alguna vez realmente mío.
Y me confundo.
Y no sé si sé disimular esto que soy.



gadsy  / malva gris.