miércoles, 21 de noviembre de 2012

Los jacarandás.

Nubes violetas
posando en estacas casi grises
casi tostadas.
Otras nubes
en un cielo más bajo.
Más apropiado para nuestras ambiciones.
Sólo estirarse
como cuando niños
y sentir que están ahí nomás
que son posibles.

Y el suelo...
regado de pequeños copos
como de nieve
pero reflejo de algún capricho imperial
muy ligeras
tapiz de lágrimas barrocas
blandas como plumas.

Es como un milagro
como estar en el cielo
pero de fantasía
pintado por niños felices
cuando decretan otros colores a las cosas
caprichosamente
despreocupadamente
para mostrar cuán libres son
de reflejar el mundo a su manera.

Los jóvenes troncos cenicientos
levemente amarronados
con sus reflejos de plata a mediodía
al sol calcíneo
con sus brazos trémulos
sosteniendo la lluvia imposible
de resbaladiza
ante la brisa provocadora.

Caerán igual
como volados
como puntillas
de alguna mantilla tejida con arte
por legendarias manos piadosas
o instintivas arañas
ajenas a la bondad
y a la maldad
esas categorías
inútiles y serviles de los hombres.

Igual así bordan nubes
despreocupadas
ignorantes de los edificios
los autos
las personas enojadas
yendo y viniendo en sus urgencias vanas.

Y las regalan.
No por obsequiar a nadie
sino por pródigas,
como a quien le nacen pájaros en la voz
y se les escapan caricias de las manos.


gadsy / Malva Gris.


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