lunes, 29 de abril de 2013

De niña.

De niña mi tarea cada atardecer era
esperar la primera estrella
la segunda
la tercera
hasta no poder contarlas
de tan atropelladas y entusiastas
que se encendían.
Algunas de ellas disimuladamente bajaban
y volaban disfrazadas de luciérnagas
encendiéndose de improviso
como jugando a las escondidas
en el jazmín
o por entre las flores blancas del helecho
despeinadamente perfumado a hierba.
Aquí, en la ribera de un negado Maldonado
que como nuestros pícaros y nuestros locos
comparte destino donde no puede ser visto,
aquí,
fluyó mi niñez
esperando y contando estrellas.
Tal vez nuestro solitario y sepultado Maldonado
les reservó el protagonismo de su oscuridad
para que ni ellas ni él
volvieran a sentirse solos.

gadsy / malva gris.

Violencia.

Violencia ésta es como lava que crece incontrolable, 
que se derrama
que quema
desde adentro hacia afuera.
No me impidas la justicia de elegir cómo vivir
si no hay daño en esta sencillez,
de placeres simples,
de canto, de dicha
de una comida compartida
de los amigos
de un trabajo gratificante
como un juego.
No me obligues a ocupar el lugar de otro.
No me digas que no hay lugar para los dos.
O para los muchos.
No me digas que alguien tiene que quedarse afuera
de la fiesta de la dignidad
de la vida feliz y gozosa.
No insinúes que las palabras de los locos y los pobres
deben acallarse.
No insistas en que hay cosas que es mejor no saber
no invocar
no nombrar.
Porque es violento que me inculques tu violencia
tu necesidad de ponernos más abajo
o tu capricho de colocarme más arriba.
Yo no necesito eso.
No necesito escaleras ni pirámides para elevarme
y dejarme conducir por las ráfagas del verano.
Yo necesito vivir simplemente
repleta de atardeceres y brisas tibias,
ornada de canciones
danzas, pinturas y poemas.
Porque es violento que me digas que eso es poco,
que no le sirve a la patria o a la empresa,
que seré castigada con el hambre
que seré expropiada de mi casa
de mi dignidad
y de la mis queridos compañeros de vida.
No me inflijas el dolor
de decirme que mi idea de la vida
es pobre
es pueril.
Que tengo que aspirar a más
para ser respetada.
Que debo inventar estrategias
para adquirir respeto.
Porque es violento.
Como magma que quema mis arterias y calcina mis sienes
como géiser que vacía las cuencas de mis ojos,
como carbones al rojo que me destrozan la garganta con su cal.
No quiero sentir esta violencia como cuchilladas en todo el cuerpo
no quiero que me hagas esta violencia de amoldarme a la tuya,
quiero vivir como me decían las estrellas cuando niña
y las miraba maravillada
como una joya propia
íntima
imposible de robar.


gadsy / malva gris.

miércoles, 24 de abril de 2013

Luz amarilla.

Luz amarilla, alimonada
en la tarde leve de este otoño.
Puntos luminosos en lento alud
en medio de un rayo delimitadamente blanco
que oculta la realidad sustantiva de las cosas.
Como un paréntesis en el mundo
de los objetos cotidianos
el rayo de leche
con diminutas luciérnagas
suspendidas
hiende el aire como una daga.
Sangra luz.
Y en el amarillo alimonado del aire de este otoño
líquido de la siesta tibia
se desangra en un blanco calcíneo
blandamente
mi aliento.
Abandonada al dulce sopor
emergo fulgurantey me disuelvo
inasequible
en rayo de espuma
en caballo de aire
en llama de suspiros
en arena.

gadsy / malva gris.

martes, 23 de abril de 2013

Otra vez.

Otra vez el otoño con sus esperados oros.
Como una fiesta lo espero.
Y espero los pasos en la vereda,
con su letanía de crujir de hojas.
Ocres son sus palabras,
rojas también, como un vino maduro.
Fragantes de madera prematura.
Un viento arremolina las hojas caídas
y las eleva en hélices vertiginosas:
son palabras crepitantes
que con el susurro del viento
siempre impetuoso entre las ramas
inventan un contrapunto majestuoso.
Las veo girar
y la luz filtrándose tiene ese ocre
de las heridas del ocaso.
Cómo no sentir este otoño renovado
si es una fiesta prodigiosa
que me hace sospechar faunos y duendes
tras los troncos pincelados de metálico limón.
Aquí estoy yo
deseando ser hoja
y elevarme y caer rendida
y destrozarme crepitando
agonizando
con el verano.
Que el mundo detenga sus tareas
y presencie este milagro
segundos apenas.

gadsy / malva gris.

Inevitable.

No puedo evitar por más que lo intente,
quedar atrapada en los mismos argumentos.
Me repito sí,
porque descubro día a día los mismos prodigios y conspiraciones,
limitada como soy en mis ideas y palabras.
Descubro sí,
cada día descubro
los mismos descubrimientos de miles de hombres y mujeres antes que yo.
Y como si los olvidara,
apenas un instante, o un día, o una semana después,
llega el olvido redentor
y me ofrece como una perla nueva
la misma aurora
la misma idea.
¿Cómo puede ser que no la reconozca siquiera
hasta releerla y darme cuenta
que otra vez rezo los mismos cánticos
como agua nueva
recién llovida?
Es también una bendición
que las palabras trilladas se presenten como nuevas,
y disfrutarlas degustándolas
minuciosamente como la primera vez.
Es inevitable que como una condena
dulce y reposada
la vida se me ofrezca con sus múltiples caras
beatíficas o malignas
una y otra vez
sin aprenderla jamás. 
Y es inevitable que lo agradezca maravillada.

gadsy / malva gris.

lunes, 22 de abril de 2013

La misma suerte.

Yo sé que mis días son de cobardía.
Nada de valiente hay en mis elecciones.
Nunca he desafiado ningún orden
ni real
ni ficticio.
Acato las arbitrariedades.
Me someto a los eventuales atropellos,
porque eso sí, 
no he tropezado tantas veces
ni mis caídas me han dejado cicatrices.
Viví siempre mis carencias como circunstanciales
para luego olvidarlas.
He sido una protegida.
Y eso me ha negado el temple.
Pero yo quisiera tener la valentía 
de correr la misma suerte
de la porción de naturaleza que habito:
una parcela no muy extensa
poblada de árboles, pájaros, perros, gatos, personas, 
transitando estaciones, 
enfermedades, 
circunstancias.
Quisiera tener la valentía de no aceptar privilegios.
De no buscarlos.
Yo quisiera simplemente atarme al destino
de mi barrio, 
no cuestionarme si puedo o no escindirme
tras una salida salvadora.
Quisiera no darme cuenta 
de que tal vez haya otras salidas.
Yo quisiera no tener conciencia 
de esta posición observadora.
Simplemente ser un trazo más
del paisaje de mi barrio.
Y llegado el momento
correr su misma suerte.

gadsy / malva gris.

domingo, 21 de abril de 2013

Extraña.

Extraña es la libertad.
Extraños son, quienes fuera de toda norma
viven con la libertad
cómo único soplo divino.
Sin alma transcurren sus horas,
empujados por los avatares azarosos
arrastrados por la naturaleza
de la que no reniegan
ni intentan someter a su capricho.
¿Serán los únicos que no han sido expulsados del Paraíso?
¿Aquellos quienes se negaron a abandonarlo
pese a la orden divina
y decidieron correr su suerte
(abandonado en ese instante también el Edén
con ellos dentro,
por el mismo Dios
que se ocuparía luego por milenios
del resto del mundo
y de sus mezquinos hombres y mujeres)?
Sabiamente eligieron padecer juntos
luchando contra un fracaso asegurado
que padecer esperando la magnánima palma abierta
de un dios arbitrario e irascible.
Extraña es la libertad.
Esa plaga desconocida
ese monstruo mítico
temido, temible,
del que creemos saber que trae consigo el caos,
la negligencia,
el abandono,
y con esa idea defendemos
nuestros pueriles ritos,
nuestras creencias que no dejan de dejarnos afuera
del gran banquete
con cualquier excusa.
Extraña es la libertad.
Una demonio libertino
dicen que es.
Y yo sin embargo pienso
que no podemos imaginarla
de tan adoctrinados que estamos.
Dicen que debemos adquirirla en cuotas
comprarla
con una vida que demuestre que la merecemos,
con unos modales exquisitos
sofisticados, 
una obediencia a todas las normas
arbitrarias de algunos hombres,
esa otra libertad
la falsa libertad
de elegir cómo destrozar a la verdadera.
Y yo sin embargo pienso
que es extraña
y desconocida
y que es la única redención posible
para los que confundidos buscamos algún sentido al progreso.

gadsy / malva gris.

Aquí.

Aquí, un mundo dentro del mundo
sin mayores pretensiones
de significados únicos, herméticos,
y sin embargo tan continente.
Algunas plantas aprisionadas en una cuota de tierra
lidiando con las plagas con mi ayuda,
nutriéndose por mi diligente mano
que no olvida suplir la lluvia y el rocío.
No tienen ojos y no pueden verme.
No sé si pueden percibir mis cuidados
mi atención en sus detalles
sus brotes, sus flores esperadas,
como si fueran mi mérito
el hacerlas florecer.
Aquí estoy yo, construyéndoles primaveras
atemperándoles sus inviernos
mientras otras
sobreviven por sus medios
sometidas al viento violento
las plagas voraces
la inundación, la sequía,
el implacable sol,
la temible helada.
Cómo se parece todo.
Sin duda éste es un mundo de sentidos fractales.
¿Será así como Dios ha construido su universo?
¿Mirando detallada y amorosamente a unos
y abandonando a las otras fuerzas incontraladas
a los más?

Buenos días.

jueves, 4 de abril de 2013

Te imaginaba como un reflejo.

Te imaginaba como un reflejo, enfrentados.
Como dos versiones de uno mismo.
Como el mismo personaje inmerso en un sueño
y en una pesadilla
confluyendo en un paradójico encuentro.
Como los legendarios universos paralelos
con los muchos juanes y las numerosas marías
tal vez de igual rostro
iguales espíritus
pero sometidos a distintos látigos y caricias.
Como la misma historia,
como el mismo protagonista
escrita una y otra vez,
siempre distinta,
unas dichosas, otras malditas.
Asi te imaginaba, como un reflejo, enfrentados
y con otro rostro,
otras manos u otra carne,
otro orden en los huesos,
otros colores
otros aromas
otros brillos.
Así te imaginaba, como un reflejo, enfrentados
las mismas noticias
con distintos significados
con distintos placeres y dolores.
Y ahí frente a frente
un asalto.
Yo con algo que estaba en tu deseo,
Yo con algo que estaba en tus cálculos,
Yo con mi propiedad
y vos con un arma tal vez.
Te imaginaba como un reflejo, enfrentados
pero sin poder distinguir en cuál cuerpo estaba.
Si poseía o ansiaba poseer.
Si arriesgaba por obtener o por conservar.
Y si tenía sentido todo aquello.
Pero sólo imaginaba.
Y te imaginaba como un reflejo, enfrentados.

gadsy / malva gris.