domingo, 18 de mayo de 2014

Violencia en negar la violencia.

Violencia en negar la violencia.
Violencia en negar la violencia negada.

La violencia me ha permitido más
de lo que me ha impedido, es cierto.

¿Acaso no fue la violencia sobre los otros
esa violencia que ignoré y tal vez ignoro
la que ha construido este escalón que hoy ocupo?

¿Acaso no me sostiene la violencia
que hace de mi piso el techo de otros?

¿Acaso no es la violencia el cincel
de esta pirámide que hoy me otorga mi comodidad?

Violencia, hay, sí, en negar la violencia.

Confieso que he sido parte de la configuración del mundo.

Confieso que alguna vez he usufrutuado algunos privilegios
y confieso que he defendido mi derecho a ellos.

Confieso que jamás he querido negárselos a otros
si bien he sido enseñada para creerme merecedora
y defender con altivez esos méritos.

Confieso que cada día recuerdo que la violencia
de tantas formas me ha moldeado
que ya no sé qué parte de mí es realmente mía
y cuál ha sido esculpida, desechando alguna parte propia al olvido.

Violencia sí, en negar la violencia negada
al haber abandonado mis propios restos perdidos.

Con dolor tal vez y sin memoria.

Violencia también en negarme esos recuerdos
y consentir las bondades de mi propia siega.

Tal vez lo conservado no ha sido mejor que lo desbastado.


gadsy / malvagris.

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