jueves, 13 de septiembre de 2012

Abstinencia.

Las horas son tan cortas.
Y mi cabeza necesita tiempo para irse por abismos
galaxias
océanos.
Pensamientos. Otras ideas. De otros.
Eso necesito.
Y después parirlas renovadas,
corrompidas.
Es una abstinencia
de placeres desordenados, caprichosos.

Leer, por ejemplo.

Hoy miraba la tarde tan celeste y transparente
desde mi auto rojo
en medio de la jauría paralizada
en la cinta maloliente de vapores,
y recordaba que ayer mismo
me internaba en las entrañas de Buenos Aires,
estación Dorrego,
entre revistas de diseños vacíos y estridentes,
confusas, parlanchinas,
y mis ojos se clavaron sin dudar
como respondiendo a un chistido,
en unas pocas hojas muy blancas,
(frugales en medio de tanta gula)
con un lacónico título en rojo.
No busqué nada más.
No hacía falta.

Allí me esperaba un poema
y otras palabras de esas que me inflaman el pecho
y me inundan de urgencias.
La protesta de mis venas
empujando la sangre frenética,
clamaba.
Quise deshacerme de mis tareas prontamente
y dedicarme íntimamente a sus palabras
tan desesperadamente necesitadas.

De regreso a pie
mi cabeza daba vueltas en fantasías libertarias.
Hubiera podido inventar una epopeya
para esas veredas tan transitadas por anónimos pies
tan escrutadas por anónimos ojos.
Yo, la más anónima,
con esas hojas tan blancas
latiendo su protesta roja
brotar en el nido de la cartera
e imponérseme con sus desafíos,
(aun los que no comparto)
tan llenas de utopías
de promesas
de ilusiones.

En días así me resisto a aceptar
que moriré otra vida más
sin conocer la verdadera libertad.

No tengo con quien hablar de estas cosas.
Algunos creen que hablamos de lo mismo.
Pero no se trata de banderas
de votos
de posesiones.

Es esa libertad
que adivino y gozo instantes apenas
como reflejos fugaces,
soñando otra realidad,
que aplasto diligente
para sobrellevar ésta,
y que me produce esta abstinencia,
de tan negada
finalmente prepotente.

Las horas son tan cortas
y tan voraces las tareas cotidianas
que me fagocitan los días
los años
la vida.

Y no puedo seguir sólo resistiendo,
si esta abstinencia me devora
y me empuja
a ciertos libros.


gadsy / Malva Gris.
 





No hay comentarios:

Publicar un comentario