Aún camino por el
mundo,
entre la gente,
entre los árboles y
los pájaros confiados
y me sorprendo de
seguir andando
si llevo el pecho
apuñalado
y los brazos y la
cabeza tajeados
tan impunemente.
Un contrapunto de
sombras y de luces,
un sonido,
el crepitar de las
hojas,
el susurro del viento
en los sauces,
o del pasto temeroso,
el malón de autos
rugientes
impacientes de luz
verde,
todo esto me transita,
me taladra, me tajea,
me despedaza.
Y quedo hecha toda arena
y me desgrano
desangrada
conmovida a la espera
de otro puntazo,
esperanzadamente, el
de gracia.
Y las mañanas y las tardes y las noches,
y los mediodías
estridentes,
y las tormentas
o las noches
prematuras en pleno día,
el olor de la lluvia,
o las hierbas.
El aleteo del pájaro,
o su gorjeo.
Todo eso me hiere.
Igualmente algo late dentro mío,
y más fuerte aún
cuanto más herido.
Los rostros tibios de los niños,
su sorpresa y su risa,
sus vocecitas de piel
de durazno
y su talle de brote
tierno
todo eso me apuñala.
La música y sus contrastes
su hipnotismo
previsible
o sus sorpresivos
caprichos,
sus melodías
sibilantes
o su agresividad
rugosa,
las voces cerrando o
abriendo universos,
rebotando ecos en mi
cabeza,
todo eso me atraviesa.
Las nubes y sus mensajes,
sus colores, blancos,
grises,
aduranznados,
y su manto turquesa a
veces,
me abre la piel en
jirones.
Los truenos,
los ataques sin motivo
de los rayos,
el sol fulgurando
columnas de luz por entre las nubes,
los pájaros nerviosos
antes de la lluvia,
los charcos remedando
edificios.
Todo eso me acuchilla.
Un color o su
ausencia.
Líneas como saetas
separando texturas
tectónicas,
fingiendo distancias,
creando una trama.
Un canto perdido
de pájaro, grillo o
rana.
Todo eso me traspasa.
Los cuerpos de la danza
dibujando argumentos o
caprichos
atando el espacio
o liberando rincones
en el aire,
despegándose de un
muro
sin color ni forma ni
sustancia,
montando pegasos
invisibles
de andar tercamente
oblicuos.
Metamorfoseándose en
peonzas implacables.
Todo eso me despedaza.
Las palabras y las ideas
irrefrenables,
persistentes o
mutantes
confluyendo o
bifurcándose
como serpientes
promiscuas,
y sus evocaciones,
transformadas,
certeras o ambiguas,
provocativas,
perversas, insidiosas
intencionadamente
penetrantes,
desatan sinapsis
hirvientes
como vórtices
inevitables.
Todo eso me cuartea.
Diciembre - 2009
De "Poemas erráticos"
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