jueves, 6 de diciembre de 2012

El artista.

Con su maldición a cuestas
se arrancaría los ojos
pero igual vería
perforaría sus tímpanos
pero no podría evitar escuchar
se cortaría las manos
y no podría evitar crear.
Se engaña y quiere creer
que domina sus dones.
Pero no.
Será un títere de crueles musas
odiosas criaturas tiránicas
que burlonas y caprichosas
agotaránn los días del artista.
Se engaña y quiere creer
que es un don
su maldición.
Intentará 
con mucho trabajo
ser constante
ordenado
dominar sus impulsos
no abandonarse a los arrebatos
de la inspiración
y de la decepción.
Pero se engaña
y su paraíso lo desgajará
en días desiguales
de desazones y angustias
de dolorosos partos
de un lenguaje
que pocos comprenderán.
Alguno se apiadará de él.
Tal vez aprenda
a creerse un divo, un dios, 
y ocultará sus debilidades
sus temores 
y su maldición
y será envidiado
incomprendido.
Arrastrará muchas de sus horas
sin remedio, 
con el peso del mundo
con el dolor del hombre
o su falsa alegría.
Como un payaso infortunado
con su risa grotesca
y un cínico maltrato
indisimulado,
Querrá creerse bendecido
elegido
pero no podrá abrir jamás su jaula
su grillete
jamás podrá abrir su ventana.
Se engañará
tratará de disimular su infierno
que ya conoce de sobra
desde niño
y tal vez busque terminar 
con esos tránsitos de pasión 
sus arrebatos de lujuria visionaria
que habrá gozado y padecido
incomprendido
solitario.
A su muerte
una cohorte de admiradores
y de vivillos
construirán una leyenda
prolijamente
y la leyenda creará una fortuna
que el artista ignorante
sólo cenizas o un montón de huesos
jamás habrá gozado.
Los lujos serán para ellos.
Para ellos serán los soles
y los oropeles.
Los días con su luz
y las noches con sus placeres.
Los demonios custodiarán 
la memoria del artista
y lo mantendrán ajeno
eternamente
al mito
a la fortuna
y a la gloria.

gadsy / Malva Gris

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