martes, 18 de diciembre de 2012

Tarde tal vez.

(A Chris)

Tarde tal vez llegan las respuestas.
O tal vez son preguntas apenas.
Cómo olvidar decirte que el hombre aprende equivocándose.
Que aprende ensayando nuevos caminos.
Retrocediendo a algún punto
en donde alguna decisión fue tomada
y avanzando en otra dirección.
Probando una y otra vez distintos finales
para historias similares.
Y que la humanidad toda ella
ha seguido también un curso,
errático, reiterándose por momentos,
y que algo debe haber aprendido
de tantos siglos equivocándose.
La ciencia ha dado respuestas
y se ha contradicho
ha retrocedido e interpretado de otra forma
los mismos hechos.
El arte ha indagado
los mismos miedos del hombre
y una y otra vez
y no deja de exorcisar fantasmas
con distintos ritos.
¿No es acaso el tiempo de replantearse
aquello que nos ha estancado?
¿Aquello de lo que reclamamos
un regreso equivocado
porque sólo en el imaginario ha existido?
Hoy tenemos tantas palabras sofisticadas
para explicar el mundo.
¿Acaso no es hora de replantear los fundamentos?
Aquello que nos definió como distintos
sin serlo.
Las condiciones de las madres
que nos paren con ventajas o disminuidos.
Y las jaulas que encierran nuestras cabezas
que nos hacen crecer débiles y temerosos.
El miedo ancestral a nuestros propios monstruos
imaginándolos fuera, cuando crecen y prosperan dentro.
A los dioses.
A la muerte.
¿De dónde provienen los males?
De algún error inadvertido.
En algún momento olvidamos retroceder y tomar otro camino.
O no vimos el error
o confiamos en la magia del milagro.
O avanzamos tanto que ya no supimos
deshacer los pasos equivocados
y los cubrimos con miedos inventados
para no reconocerlos.
Avergonzados.
Si la ciencia hubiera pensado que todo estaba dicho
y que el saber estaba bien como estaba
hace diez siglos, o hace uno,
porque siempre había sido así,
otro sería el mundo.
Desafiar a los viejos demonios.
¿No será hora de atraversar otros umbrales?
Cuando la humanidad era joven
la inmensidad del tiempo lo sobrecogió
y buscó refugio en algún mito.
Pero ha crecido.
¿Acaso no pide la humanidad entera
otra versión de la Historia?
¿Acaso las madres han dejado alguna vez
de clamar por sus hijos?
Tal vez, cuando el hombre no era fecundo en técnicas
ensayó un guión posible para su dilema.
Pensó tal vez, que era la única historia
porque no conocía otras.
¿Por qué entonces, no retroceder,
a aquellos fundamentos que, diligentes, negamos?
Un nuevo juego, otra mano,
otras reglas
otras cartas.
Otros finales.

gadsy / Malva Gris.

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