miércoles, 18 de septiembre de 2013

Reincidencias.

No puedo evitar volver cada tanto
y en cualquier papel
cualquier pantalla
arrepentirme de mis huidas.
volviendo.

He engañado tantas veces a tanta gente.

Me han creído inteligente,
incapaz también,
terca y dócil, simultáneamente,
me han acusado falsamente
de mansedumbre y de rebeldía,
me han atribuito talentos que no poseo
mejores intenciones o peores
logros que no son míos
metas casuales,
errores que no he cometido,
pero la imagen de mí que veo en los demás
no es la de mi espejo.

Es, entonces, una suerte de engaño.
Y entonces debo huir.

Huir de las responsabilidades
cuando me creen responsable.
Huir de la pereza
cuando me creen perezosa.
Decir tonteras
cuando me creen inteligente.
Caer en salidas rápidas e ingeniosas
cuando me piensan tonta.
Equivocarme cuando vengo acertando,
acertar cuando acostumbro equivocarme.
Necesito huir para redimirme del engaño.
Y huyo también de las palabras
cuando las palabras se adueñan de mí
y dicen más de lo que pienso y siento,
cuando se regodean en la gula
de lo exquisito del goce del ritmo y del lenguaje
olvidándose, en cambio,
de la verdad y del mensaje.

Pero no puedo evitar volver cada tanto
e intentar vanamente ser escuchada
no por lo que siento que debo decir,
no por la verdad ni por la certeza,
no por el arte ni por la memoria,
sólo por la voz,
por dar testimonio de tener una voz,
que perdida en el viento
en el papel o las tecnologías
es como el aliento,
como el alma,
inevitable e inimputable.

gadsy / malva gris.

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