jueves, 10 de enero de 2013

La Historia.

La Historia, esa pitonisa,
a sabiendas reparte personas talentosas
por igual
en los equipos de la miseria y la prosperidad.
Grandes hombres y mujeres
malgastan sus días
en ingenios para emboscar y esclavizar espíritus.
Otros tantos hundidos en necesidades
inventan de la nada
revoluciones liberadoras.
La Historia, ese demonio,
tienta a unos y otros
a buscar la fama y la gloria.
Veneramos sus nombres
siempre equivocadamente.
Repetimos sus palabras
malinterpretamos sus ideas.
Sus ideas.
Nunca nuestras.
Porque ni aun las ideas más nobles se comparten.
Las ideas inspiran otras ideas
se multiplican diversas.
Inmortales e inmensas
o leves y fugaces
A veces convergen brevemente.
Pero la Historia, esa pícara mentirosa
nos hace creer en grandes causas
de bellas palabras
sonoras arengas
como besos de fuego.
De ambos bandos.
Promesas del último triunfo.
(Como si lo hubiera).
Pero la Historia, esa gran divisora
se encargará de seguir creando
dignos rivales
de similar estatura
de astucia par
de talento infinito
de carisma ineludible.
Seremos seducidos
una y otra vez,
por promesas abnegadas
o por lujos sin preguntas.
Y la Historia, ese verdugo irredento
sin preguntar
sin elegir
nos arrojará de uno u otro lado
confundidos y engañados.


gadsy / Malva Gris

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