domingo, 30 de junio de 2013

Cabeza en torbellinos.

Mi cabeza en torbellinos gira y se desgrana.

Nos recuerdo con doce años
niñas aún envueltas en risas sin motivo
en medio de pueriles investigaciones teológicas.

Descubrimos juntas la música.
Compartimos los libros que nos ahogaban en sueños,
las aventuras
la poesía
los cuentos
las novelas.
Lidiábamos con nuestros cuerpos cambiantes
elegíamos alguna moda
o ninguna.
Las esquinas o nuestros cuartos
los lugares de encuentro.
Las horas eran livianas
y el sol en invierno era tibio y amarillo.
Una hablaba con Dios,
otra saludaba a los árboles de la calle
(a cada uno)
otra devoraba las mitologías
de la Historia y la Literatura.

Un día una dijo:
-Nos encontramos en el 2000.
Y era tan lejano que nos dio risa.
Reimos también imaginándonos tan adultas, 
porque faltaba más de veinte años.

Y otro día agregó:
-Cuando cumpla cuarenta me voy a suicidar.
Y era tan improbable que nos dio risa.

La vida no nos alejó del todo.
Pero llegó el 2000 y no nos encontramos.
Y una de nosotras cumplió 41
y el corazón le recordó el pacto.

A otra la atrapó una enfermedad
que no la suelta
una garra que la transforma
en variantes de sí misma
mientras espera que la ciencia
le devuelva la mujer que era.

Yo aquí escribiendo palabras
tal vez sea la segunda
o la tercera.

Tal vez mi futuro también llegue con algún infierno.

Tal vez los paraísos que discutimos
fueron espejismos
infiernos mentidos purgatorios
de vaya a saber qué culpa, qué deuda.

Si éramos niñas riéndonos de todo,
si aún el eco de nuestras risas sin sentido canta en mis oídos,
(yo sé que cuando reímos aún somos las mismas,
¿por qué entonces mi cabeza es un torbellino
de paraísos
de infiernos
de pactos incumplidos
de risas tontas y sin final
de explicaciones ausentes?

gadsy/malvagris

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