miércoles, 26 de junio de 2013

Inevitable fue para ellos.

Inevitable fue para ellos ver tal vez
un rostro
muchos rostros
las espaldas vencidas
las miradas azoradas
pertinaces
dolorosas.
El hambre tal vez vieron.
O no, al vez no el hambre.
Tal vez la desesperanza
la bronca
la confusión entre ley y justicia
entre justicia y negocio
entre negocio y política.
O tal vez tampoco.
Y fue solamente la necesidad inmediata.
O la idea.
Quién sabe qué vieron
pero no dejaron ya de verlo.
Y viendo eso se convirtieron
en testigos como árboles
y allí se plantaron
y crecieron en ramas
en hojas
en follaje verde
en nidos y aves
en cielo y nubes.
Y la gente los amó y se sorprendió de ellos
del fuego de su sangre
de la luz de sus ojos,
reflejo de la luz perdida de los suyos,
de la pasión que incendiaba las palabras
pariéndolas como el fénix, rejuvenecidas,
y los dejaron prodigar ramas.
Y entonces fueron los comedores,
el arte
las marchas
el juntar a la gente
hablar de lucha y de esperanza
de enseñar cómo se busca otro destino
cómo se enfrenta a éste
y se le abre puertas donde sólo vemos muros.

Inevitable fue para ellos morir,
desde luego,
por haber visto y mostrado el mundo y sus caprichos.
Y como árboles, sí,
de pie murieron
hachados miserablemente.

Inevitable fue la sorpresa
inevitables las lágrimas hoy después de tantos años
en la dimensión de lo ocurrido
y lo ocultado.
De lo perdido.

Inevitable llorarlos por todo lo malogrado
lo que pudo haber crecido de sus manos
y ya no pudo.
Pero de ellos luego crecieron ángeles.
E inevitable es hoy esforzarse en recordarlos humanos.
Porque mitos son ya, pero no son sus manos,
sus miradas y sus voces
las que convocan a buscar otro destino.
No, ya no.
Sus muertes les pusieron alas,
sus asesinatos les dieron luz.
E inevitables son ahora,
desde luego,
las lágrimas.

gadsy/malvagris
(a maxi y dario)

No hay comentarios:

Publicar un comentario