martes, 18 de noviembre de 2014

La vida, redefinida.

Yo era acólita de la vida,
de la vida a secas.
Pero la vida hoy es tema de la Biología
no del aire, del agua, de la tierra, de los pájaros.
No de la risa, del amor, de la caricia.
No de las miradas intensas como espadas.
No de los cuerpos entrelazados hechos culebras.
Hoy la vida es un tema de la Genética.
Tiene códigos como los futbolistas,
no tiene sol, atardeceres y noches estrelladas.
No tiene niños jugando, playas y luciérnagas.
No tiene abuelos emocionados ni picnics de amigos con guitarras.
No, porque hoy la vida es cosa de quirófanos y respiradores
de drogas, de diálisis y stents,
no de paseos bajo el sol tibio
no de sapitos en el lago
no de coro de grillos, ni de perros.
Es que desde que la vida es una numeraria
de la estadística infame, falaz y ladina,
hay un todo mundo que come un pollo
porque medio mundo no lo come.
Yo  sé que de poema esto tiene poco o nada,
pero es que desde que se redefinió la vida
también lo hizo la métrica, el ritmo y la rima.
Se redefinieron el sentido y el sinsentido
tanto que justo al revés, quedaron.
Hoy ya no soy acólita de la vida a secas.
Desde que que la ciencia médica
sirve a un dios banal y materialista
sostiene el pulso y la respiración a toda costa
para ocultar que no puede ofrecer
la salud
la dignidad
el bienestar
de las mujeres, de los hombres y los niños.
Porque antes la vida yo la pensaba así: vida.
Toda una la vida.
La ahora pobre vida, redefinida.
Y ahora no.


gadsy/malva gris.

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