martes, 24 de febrero de 2015

Renacida.

Renacida, nadie sabe cómo.
Descubierta, cada año.
Han intentado destruirla desde siempre.
Pero renace.
Renace enamorando.
Y renacida te siembra estrellas en la mirada.
Te percute el pecho a cañonazos
te incendia las venas.
Renace quemándote el alma
estallando el cerebro
y las esquirlas de tu cráneo
incrustadas en el envés de los brazos.
Te late en la piel,
Te perfora las axilas
y la boca del estómago.
Te ata de las nubes y te eleva
y no te mece
te sacude entre tormentas
empapándote
transiéndote con rayos
acariciándote luego con auroras boreales
y dejándote planear sobre los valles más verdes.
Renace y furiosa no te suelta.
Te acecha y en tanto ignorada se pone enfrente
y te desafía, despechada.
No es posible olvidarla.
No es posible ignorarla.
Y si renace en tu alma
ya no tendrás paz.
Y han intentado aniquilarla
y han segado del mundo a miles,
millones de desconocidos portadores de la idea
infectados sin remedio
perdidos para siempre.
Contaminados por la misma pasión
bendecimos esta enfermedad
tan llena de luz como de sombras.
Nos descubrimos humanos
animales
vivos.
Nos redime.
Nos suda la cúspide del néctar
la ambrosía que nos iguala a los dioses.
No. No hay más dioses.
Renacida destruye las jerarquías caprichosas.
Yo no la conocía.
Intentaron matarla tantas veces
pero renacida en mis entrañas
me fue tomando toda.
Y me sale por la piel,
quemándome desde dentro.
Ay, renacida en mí,
como en cada uno
una maldición bendita y redentora.
No existe forma de matarte.
Todo, sin saberlo
me llevaba a renacerte.
Hoy las casualidades son innumerables
los caminos confluyeron
como una constelación
como una profecía
y aquí estoy también yo, renacida.

gadsy/malvagris.

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