viernes, 27 de febrero de 2015

Agitada como ayer la sangre.

Agitada como ayer la sangre
espumea también hoy
como un mar rompiendo en un acantilado.
Sumergida estoy en un vaivén carmesí
enloquecida en llamas de fulgores bermellones,
a veces violáceos.
Yo me doy cuenta de que no es sangre sino lava
la que me corroe y me desgaja en felicidades,
incontinente,
irredenta
(sé que me repito
pero es mi naturaleza de volcán que se impone
y habla por mí a través de mis venas).

Una mariposa bordada hoy
en la penumbra de mi barrio
me mostró sus alas.
Cuando mueren las mariposas se ponen generosas
y posan gentiles mientras admiro su orfebrería.
No es la primera vez.
Tengo algo del aleteo de las mariposas
en mis días vibrantes
cuando mis venas se hacen látigos
anguilas vertiginosas
o serpientes a la hora del descanso.

Yo leo las palabras
de hombres y mujeres de espíritus impetuosos
que me infectan de sus pensamientos vivos
como una fiebre
que el papel contagia
a través de los años.
Y esas palabras también
(mariposas
dagas
serpientes)
corren por las acequias de mis venas encendidas,
y son granadas
que estallan y me renuevan.
Sobre todo cuando los días traen sus tareas
sus exigencias pesadas como mundos
me crecen abstinencias
y obstinadas no ceden
hasta que me fragmentan en esquirlas.

Condenada estoy
a este movimiento continuo
a este latido de galaxia
a este repliegue y a esta expansión
rítmicos
urgentes.
Y agitada como ayer la sangre
hoy me limpia, me sacude y me renueva.


gadsy / malvagris.


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