jueves, 21 de mayo de 2015

Cuando llego.

Cuando llego (no importa adónde)
me sobrecoge el otoño sembrado sobre la acera
como costras de pan
crujientes
sus voces (quedas)
me cosquillean los oídos.
Yo no puedo explicarte qué placer
me hormiguea en el túnel de sonido
que me perfora la cabeza
desde los oídos.
Yo no puedo explicarte cómo me encienden los ojos
las llamas moribundas de las hojas sobre el asfalto.
Una orilla en llamas, las zanjas bajo el cordón.
Y yo allí
esperando que se conviertan en pájaros de cerveza
y vuelen con una ráfaga urgente
hacia las ramas
hacia el sol
hacia las nubes
hacia la tarde incendiada
de luz rosada.
Yo no puedo explicarte cómo me hormiguean las sienes
de tanto oro
tanto fuego
tantos pájaros escondidos
tantas cortezas de pan crujiente
recién horneado
que se me meten por los poros
y me llenan de ocres, naranjas y borravinos
de amaderados perfiles
de angulosos filos ambarinos.
Yo sé que mis pasos les arrancan palabras
tal vez imprecaciones
y qué puedo hacer yo
si no conozco su lenguaje
y no sé si reirme o entristecerme
no sé si festejar o acongojarme
y esa incertidumbre
me remonta y me deja en suspenso
aguardando la brisa
que eche a volar los pájaros de oro
y me sacuda el sortilegio que me tiene presa.

gadsy / malvagris.

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