La casa en la esquina
exhala una hiedra
que abraza en sangre viva los muros
pródiga de vinos
de llagas
de llamas.
El otoño la ha herido,
a la hiedra
a la casa
a la esquina.
Las hojas como garras
con sus cinco puntas asiéndose
soltándose cansadas
de la pared indolente
ignorante a las súplicas
de la hiedra moribunda.
Sangra la casa el vino
de una hiedra
que desnuda su carne
que arrastra sus lenguas
hasta el suelo casi frío
del otoño.
gadsy/malvagris
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