martes, 15 de enero de 2013

Por delante.

Es tan frágil el futuro,
una cadena de debilidades.
Cada segundo le gana a tantos infortunios
tantos atentados contra la continuidad...
que es un milagro.
El milagro del tiempo.
El tiempo no como medida del infinito
sino como la trenza de mis días.
Esa cuerda de las que estoy asida
para entrar paso a paso
al portal seguro de la muerte
con ese deseo pertinaz de seguir avanzando
acortando y alargando simultáneamente la llegada.
Y es tan frágil.
En cualquier momento aparece el último segundo
sin aviso
sin señales.
De golpe será la última vez
que vi volar una mariposa anaranjada.
De repente quedará atrás la última vez
que sumergí mi nariz en una flor.
Sin quererlo dejaré atrás el último saludo
a un amigo querido
o la última palabra del afecto.
Repentinamente ocurrirá que la última vez
que cerré la ventana
o escuché cantar la vajilla bajo el agua,
no lo supe.
Es que es tan frágil.
Frágil e incierto.
Cada cosa que hago o pienso
será alguna vez la última.
Y no lo sabré
y no lo notaré si no hago el esfuerzo
de preguntarme
qué fue de la última vez.
Por delante estas los inciertos finales
dejandos rastros de encajes inconclusos.
Por delante cada vez más hilachas abandonadas
de pequeñas cadenas de continuidades mal surcidas.
¿Qué estaré haciendo hoy por última vez?

gadsy/malva gris.

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