domingo, 12 de enero de 2014

No tengo paciencia.

No tengo paciencia de volver sobre lo escrito.
Escribo ahora, que conozco los signos
que se suceden en el tiempo,
en la línea
que se intercalan y se agrupan
y forman bordados
sonoros, tal vez,
si una voz las convierte en palabras.
Porque las palabras
son apenas aliento 
y el aliento no es más que aire
que se diluye con las brisas y las tempestades
que se licua con el canto de las aves
y de los motores,
con los truenos
y otros cantos más rumorosos
o con las voces de los animales
o los leves estampidos de algunos accidentes.
Y como aliento diluido en el aire
viciado de vida y movimiento,
así, igual, se pierde.
Y debe perderse.
El tiempo está para que pase.
Y nosotros como olas en él.
Qué importancia podrían tener mis palabras.
No he inventado los significados.
Los significados son de los pueblos
que abrevan su historia
sus múltiples versiones de la historia.
Yo no he inventado nada de esto,
soy un brizna
una coz
un rebuzno
en la muchedumbre ruidosa.
Vociferante a veces,
Torpe y necia reiterando errores y falacias
o espejo brillante replicando las mejores ideas.
Pensando en eso entonces,
es que no tengo paciencia
de volver sobre lo dicho y darle lustre
pulir las palabras
y de ahí los signos.
No vale la pena.
Quién llegaría aquí
y se detendría tanto tiempo
como para leer con alguna atención esta línea.
Menos las otras más antiguas.
Por eso 
no tengo paciencia de volver sobre lo escrito.
Si no tiene caso
mejor inhalar y espirar nuevos laberintos
nuevos encajes
fugaces
de letras.

gadsy/malva gris

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