domingo, 21 de abril de 2013

Extraña.

Extraña es la libertad.
Extraños son, quienes fuera de toda norma
viven con la libertad
cómo único soplo divino.
Sin alma transcurren sus horas,
empujados por los avatares azarosos
arrastrados por la naturaleza
de la que no reniegan
ni intentan someter a su capricho.
¿Serán los únicos que no han sido expulsados del Paraíso?
¿Aquellos quienes se negaron a abandonarlo
pese a la orden divina
y decidieron correr su suerte
(abandonado en ese instante también el Edén
con ellos dentro,
por el mismo Dios
que se ocuparía luego por milenios
del resto del mundo
y de sus mezquinos hombres y mujeres)?
Sabiamente eligieron padecer juntos
luchando contra un fracaso asegurado
que padecer esperando la magnánima palma abierta
de un dios arbitrario e irascible.
Extraña es la libertad.
Esa plaga desconocida
ese monstruo mítico
temido, temible,
del que creemos saber que trae consigo el caos,
la negligencia,
el abandono,
y con esa idea defendemos
nuestros pueriles ritos,
nuestras creencias que no dejan de dejarnos afuera
del gran banquete
con cualquier excusa.
Extraña es la libertad.
Una demonio libertino
dicen que es.
Y yo sin embargo pienso
que no podemos imaginarla
de tan adoctrinados que estamos.
Dicen que debemos adquirirla en cuotas
comprarla
con una vida que demuestre que la merecemos,
con unos modales exquisitos
sofisticados, 
una obediencia a todas las normas
arbitrarias de algunos hombres,
esa otra libertad
la falsa libertad
de elegir cómo destrozar a la verdadera.
Y yo sin embargo pienso
que es extraña
y desconocida
y que es la única redención posible
para los que confundidos buscamos algún sentido al progreso.

gadsy / malva gris.

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