sábado, 21 de marzo de 2015

Yo no sé.

Yo no sé qué es eso de tener razón
cuando se justifica el provocar las muertes.
Yo no sé,
pero a veces he callado
si creo que la muerte quita
un perpetrador de desgracias al mundo.
Es cierto.
Pero yo no sé cuándo estar segura.
Es tan difícil saber quién mueve cada día nuestros hilos.
Sí, marionetas de las palabras somos
aún más que de las ideas.
Y las palabras tan fácilmente nos traicionan.
Seguimos los signos y construimos las palabras
que nos penetran y nos hieren o nos acarician,
sí,
y yo no sé si son inocentes o falaces.
¿Cómo saberlo?

Ayer y hoy
y hace dos días
o cinco
yo he leído, escuchado, sentido
palabras de dolor
como agujas de hielo
como saetas de lava.

¡Ay y cómo saber si esto que siento es verdadero!
Es dolor que me apuñala sin piedad.
Veo que se repite a través de los años y la distancia.
Pareciera que nada ha cambiado
pareciera que todo se repite
una y otra vez,
un calco
una conspiración de dos lados.
Un juego siniestro
una representación para confundirnos.

¿Podrá ser?
¿Podremos ser todos cómplices tan sórdidos
de esta trama tan siniestra
en donde todos creen tener la razón
o todos saben que la traicionan
y les da lo mismo
impunemente
mientras nosotros aquí no sabemos qué sentir
qué llorar
o con quién enojarse
qué lucha apoyar
hasta dónde es cierto todo este espanto
si es una pesadilla
que nunca termina
y cómo somos cómplices de este horror
eterno horror
espanto de cada minuto?

Yo no sé qué creer.

Yo que provengo de una familia de espectadores
que no tengo protagonistas en la Historia
estirpe de aquellos que siempre callan
y en su silencio otorgan, complacen, perdonan,
yo, precedida también por gente que supo detenerse a tiempo
y sobrevivir,
yo,
simplemente no sé.

gadsy / malvagris.

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