jueves, 22 de noviembre de 2012

La mañana.

Aún el sol no nos traspasa con sus rayos
de luz
de fuego.
Aún apenas se insinúa
en un reflejo
claridad perezosa
parte aún del sueño.
La vigilia en esas horas silencionsas
me arrancan y me roban.
El silencio.
Saber que estoy presenciando
lo que muchos en su sueño ignoran.
El silencio de las cosas.
El canto de los pájaros,
sus llamados
antes
del reclamo enojado de los pichones hambrientos.
Algunos perros ladradores
un rumor apenas desde las calles
aún respetuoso.
Y la ausencia de los vecinos
aún durmiendo.
Aún puedo escuchar los sonidos
porque son pocos y definidos
aún la ciudad con su parloteo enloquecido
no me confunde
no me asedia.
La mañana,
el momento en que las cosas se dejan ver
por primera vez cada día.
El instante en que el sol
todavía gentil
se trepa a los árboles y los edificios.
Derrite tibieza apenas
inventa el rocío
y compite con la brisa por el aire.
En cualquier momento concluye.
Se rompe el pacto de gentileza.
Las voces se elevan
de las aves
los autos
las tazas
las puertas
las radios
con sus medias verdades
sus medias mentiras.
Y yo aquí
apenas ameneciendo.

gadsy / Malva Gris

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