lunes, 5 de noviembre de 2012

Los hermanos.

Uno se mataba sin convicción pero certeramente
por uno u otro camino.
Sin pensar en la muerte como solución
sino como destino,
antes o después,
qué importa (habrá pensado),
se trata de pasar otro día
esperando que algo fugazmente cambie
para notar algo distinto
aunque tal vez se me escape
y no entienda lo que ha ocurrido
lo confunda con la vida
el ir y venir
los autos, los árboles, los semáforos
con su odiosa pretensión de permitir o impedir
tu paso
o el mío
hacia quién sabe qué
pero seguro conduciendo al final
al mismo final
todos.

Mientras el hermano
se solaza en las palabras
inventa pensamientos nuevos
se regodea en emociones
sentimientos que atan hechos
tal vez fortuitos
pero nunca casuales.
Para eso están las cosas
(habrá pensado).
E ignorante de tantas hechos
ya ocurridos o por ocurrir
escribía incidentales relaciones
entres sus recuerdos y sus acasos
ejercitando la conjetura
explicando causalidades
para otros casuales.
Todo tiene significado
(habrá pensado).
Ignorante del tránsito definitivo del hermano.

Y el uno esperando la señal
pero convirtiéndose en ella
(habrá ignorado).
El otro interpretando azares
y perdiendo la única señal que era para él.
La del hermano.

Uno muerto convirtiéndose en ese cambio
que hace despertar demasiado tarde
siendo uno más de esos avatares cotidianos
(casuales habrá pensado)
la muerte como un puñal
señal de sangre
mensaje de fatuidad
oculta en las cosas.

Cuánto de distinto habrá estado pasando
pasado por alto
perdido entre las cosas
ignorado
para ser endecha hoy
por un hermano muerto tan temprano.

Y yo estoy haciendo eso
cantando tal vez,
orando acaso a este misticismo de la palabra
y estarán ocurriendo tantas señales
que ignoraré
y algún día serán sorpresa o dolor,
ignoradas
tal vez, sin intención.

¿O siempre elegimos ignorarlas?


gadsy / Malva Gris

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