viernes, 21 de septiembre de 2012

Esos unos.

Desde el fondo de la historia
las generaciones impensadas
millones
miles de millones
procrearon.
Con poder o miserables.
Sometidos o sometedores.
Imponiéndose.
Rindiéndose.
Resignándose.
Así, desde el fondo de la historia
se fueron apareando.
Voluntariamente,
a la fuerza,
por conveniencia
o ebrios de aburrimiento
y desprecio,
o en la cumbre del placer
y el éxtasis.

Y llegaron nuevas generaciones.
Millones.
Miles de millones.
Reduciéndose cada vez por pares
en uno.
Y cada uno, con el uno de otro par fortuito
procreando el próximo uno.

Uno con uno,
millones
miles de millones.
Arrastrando el sedimento de los genes
magníficos
o perversos
a lo largo de la Historia.
Compitiendo por heredar
sus máximas
sus fortunas
sus infortunios.
Sus destinos esclavos o suntuosos.

Y nuevamente
uno y otro, hijos de otro pares
apareados pariendo
otro uno más.
Decantando sus genes
y sus normas.
¿Qué tendré en común con aquellos unos tan lejanos?
Esos unos que apareados
procrearon uno
que junto a otro
hicieron girar la rueda de la vida nuevamente.

Sé de mis abuelos.
Mis cuatro abuelos.
Esos unos que apareados
procrearon a mis padres.
Sé de mis padres
esos unos,
cuya herencia reconozco en mí.
En su fortuna
en su infortunio.
En su traza de genes y de aspiraciones
de creencias
de equívocas certezas
heredadas de millones y de miles de millones
herencias previas.

gadsy / Malva Gris.


No hay comentarios:

Publicar un comentario