martes, 25 de septiembre de 2012

La gente decente.

Principios de Siglo XX,
apellidos ilustres,
patricios unos,
o europeos más tardíos,
pero no ese lumpen inmigrante.
La misma procedencia pero distinto siglo.
Eso hace la diferencia.
Llegar a hacer patria,
la magnánima patria,
o llegar corrido por la hambruna
la guerra
o la persecución.
La gente decente
portaba credenciales
de no estar huyendo ni haber huido.
Qué falaz.
Qué mendaz el pasado ilustre,
quién puede evadirse
de tener en el pasado
algunas generaciones desgraciadas.
Todos somos los mismos
viviendo una y otra vez
las mismas vidas
otras vidas
dichosas o desgraciadas.
Y la gente decente
cuyos hijos o nietos,
o cuyos ancestros diez generaciones atrás
fueron o serán indecentes.
Emigrarán, o emigraron.
Huirán o han huido
serán blanco de persecución
o discriminación
por ser quien les haya tocado en suerte ser.
Ni más ni menos
que decentes o indecentes.
Perseguidos o perseguidores.
Y no es verdad que no podamos elegir.
En algún instante elegimos al menos, ver.

gadsy / Malva Gris.

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