lunes, 29 de julio de 2013

Basta.

Basta mirar por la ventana,
basta escuchar el barullo de los pájaros
de regreso a casa, 
basta sentir tus manos, 
para entender qué es la realidad.

Y basta caminar las calles, 
mezclarse entre la gente, 
anónima, 
espectadora, 
curiosa, 
fagocitando pasivamente
los colores y las formas, 
los rasgos y los ademanes, 
las luces y las sombras, 
los árboles
los muros, 
los adoquines
la gente pasando
ocupada en sus asuntos, 
conversando
discutiendo, 
deteniéndose en las vidrieras
entrando o saliendo 
de puertas de madera
de metal
de vidrio,
para alienarme.

Devoro el mundo
y el mundo me devora.
Me fundo en los vapores urbanos
me disuelvo en ladridos
reclamos de gorriones
o chillidos de chimangos.
Me amalgamo en los cuerpos de los otros
en los ladrillos
las baldosas
las persianas
los semáforos.
Y esa realidad se me hace tan propia
que la ajena pasa a ser la otra
la de mi casa.

Pero basta que tus manos
me alcancen
para volver a la realidad
la original
la propia
la que me hizo ésta, 
tan huidiza
tan inestable.

gadsy/malva gris.

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