miércoles, 8 de agosto de 2012

No ser parte.

Tantas horas vividas, sí,
bien, mal o indiferentemente
y no haber sido parte de la Historia,
digo,
sí de la multitud cómplice
de las serpientes silenciosas de la inacción.
Digo,
no de los nombres de la Historia.
De los anónimos, sí,
de esos con los que también se escribe la Historia
tinta de vergüenza
pluma de justificación.
Esos que hacen que fecunden las revoluciones
o que fracasen.
Pero de los otros, no,
de lo que serán nombrados
héroes, mártires, traidores,
libertadores,
próceres
prohombres
guías.
De esos no.

Tantas horas vividas, sí,
bien o mal,
y son tan pocas
las de los hombres que cambian la Historia.
Tan pocas horas las de las revoluciones.
Que triunfantes, también esclavizan,
mientras que resistidas son sepultadas
con sangre
aleccionadoras.
Qué vanas horas
las de las luchas.
Mis horas, las vividas, sí,
y tal vez también las por vivir,
no protagonizarán revoluciones.
Las revoluciones las hacen otros,
los que nacen con horas de coraje
como talento
como maldición
como destino
como premio.

Y tantas horas viviré, mal que me pese,
esperando, cómplice, sí,
secretamente traidora, sí,
el error que haga derrumbar al mundo.
En silencio, sí,
tantas horas.
Sólo esperando.

Malva Gris / gadsy

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