miércoles, 17 de diciembre de 2014

Uno apareció.

Dicen que uno apareció
y que fue confirmada su identidad.
Esos restos calcinados tienen un rostro.
Antes cabía la esperanza de que fuera una amenaza
una mala broma
un error.
Pero ahora dicen que hay certeza
de que el rostro de la foto ya no está más que en fotos
o en el recuerdo
que ya no es el rostro de un muchacho
que quería ser maestro
es el testimonio de la muerte y del horror
es una ausencia
y en su lugar
dejó carbones
para que encendamos con ellos nuestra ira.

gadsy / malvagris.

Nota: Venancio era el apellido de uno de los normalistas, cuyos restos calcinados fueron identificados en Argentina.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Cuarentitrés (II).

Cuarentitrés (*).

¿Pero qué importa cuántos?
Uno.
Aunque fuera sólo uno.
Un silencio como ojo de tormenta.
Pero no.
Son cuarentitrés.
Cuarentitrés silencios que llaman sin palabras.
Pero dónde.
Dónde están guardadas sus voces.
Dónde resuenan mientras esperan que se apaguen.
No ven acaso que son cuarentitrés voces replicadas
por millones
en ecos cruzados de ida y vuelta
por el mundo y por los días.
Es imposible ya callarlas.

Dónde insisten inútilmente silenciarlas.
Acaso no ven que son cuarentitrés silencios multiplicados
porque cuarentitrés eran las voces.
Qué importa ahora cuáles eran sus palabras.
Cuarentitrés son en la espera.
Y oir sus voces diciendo hemos vuelto.
Dar cuarentitrés bienvenidas.
Dónde están.
Dónde están queriendo callarlas.

gadsy / malvagris.

(*) insisto en usar cuarentitrés en lugar de cuarenta y tres. Y sigo hablando de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

No soporto que las palabras se repitan.

No soporto que las palabras se repitan
línea a línea en la bajada que gotea
ideológica
disfrazada de otra cosa
reiterada hasta que no significa nada
esqueleto sonoro
hemorragia de palabras inentendibles
verborragia
diáspora de significados perdidos
irrecuperables
que no se repitan
no en esas voces sin expresión
tal iguales y militantes
como un ejército que marcha
y pisa paso de ganso los sentidos
el sentido
el sentido común
pisoteado
bajo la marcha pisoteadas las palabras
exprimidas las palabras
que eran testimonio
eran
de la vida
del dolor.
Pero se repiten y pasa esto
no comunican no dicen no conmueven
línea a línea en la bajada que gotea
para matar la ideología
cadáver pintado sobre una tela que se agita
y no asusta a nadie
noche de brujas
te hace reir.
No soporto que se repitan
a ese ritmo militante inexpresivo
justeza y métrica segundo a segundo
mismo tono
firme en la aspereza
no me conmuevo
me da tristeza, sí, de saberlas huecas
resonando encerradas las viejas cuitas
rebotando hasta apagarse
en el discurso vacío repetido
rítmicamente
firmemente
repetido repetido repetido.

gadsy / malvagris

martes, 18 de noviembre de 2014

La vida, redefinida.

Yo era acólita de la vida,
de la vida a secas.
Pero la vida hoy es tema de la Biología
no del aire, del agua, de la tierra, de los pájaros.
No de la risa, del amor, de la caricia.
No de las miradas intensas como espadas.
No de los cuerpos entrelazados hechos culebras.
Hoy la vida es un tema de la Genética.
Tiene códigos como los futbolistas,
no tiene sol, atardeceres y noches estrelladas.
No tiene niños jugando, playas y luciérnagas.
No tiene abuelos emocionados ni picnics de amigos con guitarras.
No, porque hoy la vida es cosa de quirófanos y respiradores
de drogas, de diálisis y stents,
no de paseos bajo el sol tibio
no de sapitos en el lago
no de coro de grillos, ni de perros.
Es que desde que la vida es una numeraria
de la estadística infame, falaz y ladina,
hay un todo mundo que come un pollo
porque medio mundo no lo come.
Yo  sé que de poema esto tiene poco o nada,
pero es que desde que se redefinió la vida
también lo hizo la métrica, el ritmo y la rima.
Se redefinieron el sentido y el sinsentido
tanto que justo al revés, quedaron.
Hoy ya no soy acólita de la vida a secas.
Desde que que la ciencia médica
sirve a un dios banal y materialista
sostiene el pulso y la respiración a toda costa
para ocultar que no puede ofrecer
la salud
la dignidad
el bienestar
de las mujeres, de los hombres y los niños.
Porque antes la vida yo la pensaba así: vida.
Toda una la vida.
La ahora pobre vida, redefinida.
Y ahora no.


gadsy/malva gris.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Cuarentitrés (*).

Cuarentitrés,
eran cuarentitrés corazones latiendo
cuarentitrés voces que habrán jurado amor
habrán incumplido ya alguna promesa
habrán debido faltar a alguna cita.
Cuarentitrés voces en silencio
cuarentitrés últimos latidos
clamando justicia.
Cuarentitrés últimas palabras
cuarentitrés jóvenes casi niños
cuarentitrés futuros maestros
cuarentitrés voces que se multiplicarían
en las aulas.
Claro, iban a ser cuarentitrés que no callarían.

Y vino la policía
y fueron cuarentitrés desaparecidos
que por más de treinta días
estaban en algún sitio sin rastro y sin testigos.
Cuarentitrés cuerpos inertes incinerados por un único fuego.
Cuarentitrés leños fueron y no toleraron que aún siguieran enteros.
Cuarentitrés entonces ya sin vida
fueron despedazados.
Pero ni aún así puedieron callarlos.
Y fueron cuarentitrés multiplicados silencios
arrojados al río.
La común fosa de agua que los ha bendecido
en su único lecho.
Y ahora son cuarentitrés respuestas pendientes.


[Nota: inmediatamente después de escribir esto se difundió la noticia de que los restos carbonizados arrojados al agua, no eran de los estudiantes normalistas desaparecidos de Ayotzinapa.
La pregunta es: ¿de quiénes son?]


(*) Prefiero cuarentitrés y no cuarenta y tres, si bien no está aceptado aún es cuestión de tiempo.


gadsy / malvagris


lunes, 3 de noviembre de 2014

Dolor.

No sé si este dolor
en medio del pecho
es del alma o de la cabeza.
No sé si es esta lluvia persistente
que ha lavado el aire siete días
que ha latigado con agujas de costado
que ha remolineado en las esquinas
y que ha convertido en ríos las calles
las casas en buques
y las goteras en cataratas.
Que se ha llevado alguna vida también,
como siempre que la sudestada se pone brava.
Y ha ocultado a la luna y las estrellas
detrás de un cortinado
espeso como un llanto desesperado
sin consuelo.
Pero tal vez no es la lluvia
y es el desencanto.
Saber que son superficiales ciertas coincidencias
y que tarde o temprano
me soltarán la mano
si ya no lo han hecho.
Esa falta de intento
tal vez
de discutir las diferencias,
simplemente no enfrentándolas
cuando todos sabemos que están ahí
jadeando como una fiera al acecho,
esperando yo
con la certeza de lo acabado
cuestión de tiempo nomás
y vaya a saber si me alcanza
para dejar la impronta indiscutible
de la fe detrás de las ideas
con su fuerza y su potencia
penetrando y socavando
los cimientos de barro
para arrancar briznas nuevas
en suelo limpio.
Pero tal vez no es el desencanto
ni la certeza de lo acabado
y es la violencia.
La violencia que anida en la fantasía
para dejarla fuera de la realidad.
Sí, ya sé,
y qué es la realidad
si existiera
si fuera una
si fuera la misma
y no, ya sé que no lo es,
pero por ponerle un nombre nomás,
la realidad es el terreno y el tiempo
en donde nos entendemos o nos desencontramos.
Ese lugar en donde no dejo entrar la violencia
y la pongo como una fiera encerrada en el pecho
siempre golpeando.
La violencia conocida y reprimida
la imposición del poder
la impaciencia
y el saber dónde están mis límites
y saberlos naturalmente tan lejos
y decidir acercarlos con la voluntad,
-el cercamiento volitivo de la violencia-
para preservar la convivencia
y proteger mi alma y los cuerpos de los otros
-unos de otros-
de ese vínculo casi inevitable
que se materializa entre los fuertes y los débiles.
Yo he construido desde muy niña la empatía
como armadura
para protegerme de convertirme en victimaria.
Pero tal vez no es la violenciay es mi alma enferma
que alcanzada la cúspide se desploma
hasta estrellarse en el fondo más abyecto
para saltar nuevamente a otra cima más alta
más luminosa
que todas las anteriores
para volver a saltar.
No sé qué es este dolor
con orificio de entrada el pecho
y orificio de salida la espalda
que convierte mis costillas en cuchillas
y la respiración en la presión que las hiende en la carne.
Y el corazón en carne viva, en tajadas.

gadsy / malva gris

viernes, 10 de octubre de 2014

Un túnel cada vez más estrecho.

Un túnel cada vez más estrecho, el aislamiento.
En medio de la vida
un silencio hecho de ausencia de voces cotidianas
de palabras familiares
de saludos
de complicidades ignoradas.
Eso falta.
Y no importa que las otras palabras
sean iguales y estén ahí
que los pájaros sean los mismos
mensajeros del aire
el aislamiento se puebla de palabras ausentes
suspendidas en el aire quieto.
Son otras
empaladas en el recuerdo
junto con la luz y la caricia de las miradas
las circunstancias apenas recordadas
retocadas con la añoranza
más que con la fidelidad.
Los calabozos con paredes o sin ellas
con puertas de sólo entrada
o también de salida
(invisibles, ignoradas, rechazadas)
esas que te encierran en cajas
quitándote las horas llenas
y entregándotelas vacías
también las construiste.
Yo los construyo
para mí y para otros.
Nacen de nuestra mirada.
Cuando miro al otro y lo defino
cuando me miro y me comparo
cuando la ley me parece razonable
un molde adecuado de la vida buena
contruyo un calabozo.
Nos descubrimos (o no) en ellos
o somos empujados
como confinamiento voluntario
o a la fuerza.
En esos calabozos las horas se repiten
y te ahogan con sus mordazas.
Es imposible contar todo lo que te quitan
esos calabozos
a veces las ausencias no pueden enumerarse
rompen los hilos que te sostenían vertical en el mundo.
En equilibrio en un solo pie sobre una cuerda
en medio de la oscuridad.
En un túnel como un embudo
cayendo siempre cayendo.



gadsy/malvagris

miércoles, 8 de octubre de 2014

Esta era.

Esta era nuestra tierra
nuestra agua, nuestro aire.
Nosotros éramos su gente
los pies que la caminaban
los labios que la bebían
las horas que lo respiraban.
Pero vinieron otros con sus mentiras
y clavaron puñales en la tierra
y una sangre negra y espesa
le fue robada.
Algunos creímos sus mentiras.
Bienestar.
Progreso.
Riqueza.
Otros supimos que eran las viejas mañas
con nuevas palabras.
La destrucción y el despojo
ahora son costos.
La enfermedad y la miseria,
imponderables.
No sé con cuántos de esos juegos de palabras
nos embaucaron
o nos paralizaron.
Pero vinieron con sus mentiras
y se llevaron la sangre negra.
Sembraron muerte
y se fueron.
Nadie quiso quedarse
y convivir con el desastre
y las secuelas.
Siempre es así.
Pero esta era nuestra tierra
y nosotros éramos su gente.
Y nos quedamos a morir con ella.

gadsy / malva gris.

martes, 30 de septiembre de 2014

Octubre, otra vez octubre.

Octubre, otra vez octubre
con sus nubes violetas a dos metros.
Me doy cuenta de que este año se me ha escurrido.
Porque otra vez el jacarandá florece
y no fue sino ayer que salí a festejar esa lluvia de tules
de campanillas jabonosas.
Es tan cercano el haber salido a asombrarme
de los caminos de la plaza en geometrías
verdes, aladrilladas, lilas.
Todavía no pude olvidar el mosaico del piso de las plazas
de las veredas.
Todavía están cayendo las flores delante de mí
como copos de nieve o panaderos suspendidos.
Octubre, otra vez octubre
con la savia corriendo por mis venas
enardecida de ráfagas
del rugido de la avenida
de las luces estridentes del tránsito en contra
otras estrellas más cercanas
ocultando las de antes
las que mirábamos de cara al rocío.
Octubre, otra vez octubre
con el jacarandá pintando el aire
remedando las nubes
tapizando los charcos.
Alfombra de noviembre
de bordado fugaz
latigazo de viento barriendo la vereda.
Octubre, otra vez octubre
maravillosos días para resucitar del invierno.

gadsy / malvagris.


viernes, 19 de septiembre de 2014

Palabras por delante.

Palabras por delante.
En la vanguardia.
En los titulares y las noticias.
Palabras por delante
por siglos transformadas
por usos transformadas
por ingentes generaciones transformadas
por costumbres transformadas.
Transformándose y transformando el mundo.
Marionetas de las intenciones
máscaras de las ideas.
Palabras por delante.
Intenciones en bambalinas.
Ideas titiriteras
gestos saboteadores.
Por delante, las palabras.
Guerreras las palabras.
Hechiceras las palabras.
Afirmando o negando los hechos, las palabras.
Encubriendo la acción, las palabras.
Palabras por delante.
Y por detrás la realidad.
Por detrás las mentiras.
La Historia, detrás.
La sutileza, detrás.
La suspicacia por entre medio.
El arma embebida en la palabra.
El veneno empapado en la palabra.
Pero la inocente palabra por delante.
Palabras que van a su pesar
cargadas de medias verdades
de mentiras completas
de eufemismos intencionados
royendo el llamado
corroyendo la súplica
disolviendo el consuelo
esfumando la mano que se tiende
puente entre almas
que se buscan.
Vacías palabras
cáscara de intenciones concupiscentes.
Palabras, simples palabras por delante.
Y no se encuentran,
las almas no se encuentran.
Las personas no se encuentran.
Los pueblos no se encuentran.
Se pierden
conducidos por las palabras
fachada de otras muchas cosas
disfrazadas de meras palabras.
Señuelo las palabras.
Rehenes, las palabras.
Por delante,
siempre por delante, las palabras.

gadsy / malva gris.

Caemos.

Caemos, cómo caemos en los detalles.
Desde lo alto de la idea
caemos.
Nos alejamos.
Caemos desde la conciencia de lo fundamental
caemos como ingrávidos
descendemos minimalizándonos
fragmentándonos
atomizándonos en gestos,
en palabras
como en hilos enredándonos
mirando hacia abajo,
siempre hacia abajo.
Atrapados en una maraña
que nos aleja irremediablemente
nos arrastra como la corriente
como la marea
entre las nubes,
en medio de la niebla
en un remolino de refranes
perdidos en consignas.
Pero no llegamos al piso
no hacemos pie
caemos, caemos, caemos...
en una ilusión que no termina nunca.
Entretenidos caemos en minuciosas distracciones.
Perdemos el origen
perdemos e pie y caemos.


gadsy / malva gris.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Luz y oscuridad.

No hay forma de desconocer la luz
habiendo visto.
Aun cerrando los ojos,
aun arrancándome los ojos,
la luz me quema el recuerdo
en medio de la oscuridad
primigenia
elemental
de todo origen.

Yo he conocido alguna luz
no la luz de la verdad,
no la luz de la bienaventuranza,
sino alguna luz
que me mostró algún color
(no, tampoco todos los colores).

Sé de la oscuridad ahora de otra forma.

Antes de nacer era sólo oscuridad
(es cierto)
y será sólo oscuridad después de muerta.
Pero no la conocía entonces
y no la reconoceré después del último día.

Es la conciencia de la luz
la que me hace saber de la oscuridad.
Que también es bella.
Saber la oscuridad
por haber visto la luz
es otra cosa.

No hay forma de desconocerla
después de haber visto.

La diferencia entre ver la oscuridad
o saberla como el continente de las formas invisibles
es precisamente la luz.

Yo sé que ahora veo
y por más ciega que quede seguiré viendo.
Ver, me ha quemado la conciencia
y aún negándola
yo sé que ahora conozco también la oscuridad
por lo que es,
más que por lo que oculta.

Me enredo en las palabras,
me doy cuenta.

Y me repito.

Pero lo descubro letra a letra
una y otra vez.
Esta manía de ver
y de dejarme inundar de líneas y colores,
de siluetas de objetos,
de los perfiles de las ideas.
De ideas y realidades.
Violentada y seducida
gula de luz
no querer ya adivinar las formas.

Soy un hilo anudado en los hilos descartados
de un taller de costura,
irremediablemente enmarañada y perdida.
Eso soy.

Pero sé de la luz y de la oscuridad
y eso solo sobra.


gadsy / malva gris.

No sé si disimular quién soy.

No sé si sé disimular quién soy.
Y no sé si quiero.
Sé que soy una que se confunde
con el aire
las hojas envueltas de vientos
girando con el polvo
un día ventoso de otoño
(este otoño justo no fue tan ventoso).
Sé que vivo confundida y no sé si pienso
así o de otro modo,
como he leído recién
o como me enseñaron hace 30 años o más.
Sé que me confundo con la sabiduría
de los probos
y de los réprobos.
Sé que confundida
olvido desdeñar a los bastos
y adular o asentir callada
a los bienpensantes.
Me confundo,
lo único que sé es que me confunde
un dolor
como un resentimiento
como si fuera yo la réproba
la ignorante,
la atrevida.
Y no,
me dicen que no soy yo.
Me dicen que yo siempre fui obediente,
estudiosa,
respetuosa.
Y que no entiendo ninguno de los dos mundos.
(Déjenme acá con el aire que remonta pájaros.)
Yo me acuerdo que aprendí a juzgar
a criticar
pero justo se me olvida el dictamen.
Y  eso me confunde.
Tienen que decirme todo el tiempo
cómo debo pensar
porque se me escapa el distraerme con el aire
con algún pájaro
mientras la radio dice cosas importantes
juiciosas
muy graves.
Y yo me confundo
con unos pies chuecos
una panza redonda
o una sonrisa con pocos dientes
y me da risa la inocencia de ciertas poses
y las miradas perdidas de la gente
en vaya a saber qué recuerdos.
Me confundo y olvido mi papel.
Qué mal que he aprendido mis lecciones,
ahora que lo pienso.
Qué mal me salen,
que no puedo sacar las mismas conclusiones
que no puedo repetir las palabras y los gestos adecuados.
O me salen un rato y después me olvido,
me confundo con la queja de algún desdichado.
Y me brota el resentimiento,
líquido y salado quemándome los ojos.
Y me vuelvo a confundir.
-¿Soy ellos?
-No.
Estás a salvo.
Tenés casa, comida, trabajo.
Amigos, familia.
No sos ellos, los desdichados.
No te vayas con las hojas por favor,
tenés que ser alguien.
No te olvides de los bienestares
dejá que las aves vuelen su destino de plumas.
Vos acá.
Estate atenta.
Atenta a tu rol, 
a tu lugar.
Es tu turno, no te distraigas.
-¿Turno de qué?
(Y pasan las hojas haciendo remolinos
y me voy en risas maravillada
como si fuera la primera vez y tuviera cuatro años.)
Algo malo pasa conmigo.
-No me mires con reprobación. Yo me confundo.
Digo entristecida.
-Al menos que no se te note.
Tanto trabajo inútil...
Si la vida se va con los pájaros o las hojas.
Y no sé si sé disimular esto que soy.
Algo de viento creo que tengo.
Yo me voy a ir al aire cuando muera
con los pájaros, las hojas secas y el polvo.
Con la luz del sol o de la luna.
Si siempre me estoy yendo.
Tengo como una tristeza de pájaro sin alas.
Yo quisiera dejar de catalogar al mundo.
De dictaminar: esto está bien, esto está mal.
Se me desdibuja la diferencia.
Porque ya no sé cómo pienso
si es que algún pensamiento ha sido alguna vez realmente mío.
Y me confundo.
Y no sé si sé disimular esto que soy.



gadsy  / malva gris.

miércoles, 13 de agosto de 2014

Acaso.

¿Acaso no alcanza con las tardes tibias,
con la luz alimonada de ciertas mañanas,
con las risas cascabeleantes de los niños,
los conciertos de perros, de grillos y de ranas
para quebrar los encantamientos de la técnica
los engaños de los afiches y las pantallas?

¿Acaso no bastan los embriagantes vapores de un café
el rumor del viento o de la lluvia
las telas y la piel en roces cómplices
la maraña de los cabellos al viento o entre los dedos
nuestro nombre en los labios de los compañeros de viaje
para romper los hechizos de los discursos mentirosos?

¿Acaso no es suficiente con tejer la historia
tal como lo hacemos día a día, los cualquiera que somos,
palabra a palabra, gesto por gesto, espera en espera,
sin poder evitarlo, sin fama, sin titulares, sin noticia
para aceptar que la vida es esto y ninguna otra cosa más,
hecha por vos y yo, y no por periodistas, publicistas y políticos?

¿Acaso no es el arte, con su llanto, sus cantares,
su invitación a la fiesta, regalándonos recreados
los colores y las formas, los sonidos y los ritmos,
los trozos de historias, las miradas mezcladas
nuestro mismo espíritu llamando a otros
nuestro mismo espíritu contestando algún llamado?

¿Acaso no es la tarea, la labor de cada día
en casa, en la fábrica, la oficina, el hospital, la escuela,
el campo, el puerto, el mar, el laboratorio o la montaña
esa multitud de haceres que crean y destruyen
mínimas porciones de la Historia,
y nosotros, digo, los que la desarmamos y armamos cada día?

Y si es así,
¿qué hacemos tan aislados?


gadsy / malva gris

domingo, 20 de julio de 2014

Mariposa.

Mariposa, hija de mariposa
cada día rompe su crisálida y busca su color.
Mariposa de día busca el sol.
Mariposa nocturna se pierde en sombras.
Se encuentra en las alturas y en las oquedades.
Dibuja con sus alas caracoles en el aire.
Mariposa leve
tan frágil y tan dura como se puede.
A veces con alas pequeñas
otras gigantes como el cielo
otras transparentes.
Se pone colores y los abandona,
disciplente, caprichosa, diligente.
Los deja caer al aire
y el rocío tal vez los bebe.
Lleva el canto a las flores
música a las nubes
preguntas silenciosas a los duendes.
Mariposa que cada día rompe su crisálida
y descubre el mundo
lo destruye y lo vuelve a crear
diferente.

gadsy / malva gris

jueves, 17 de julio de 2014

Entre lo necesario y lo inevitable.

Entre lo necesario y lo inevitable
trepando van nuestras justificaciones.

Lo necesario es un bastón,
sí,
para la duda
(para apalear la duda)
para cerrar los ojos
y con los ojos cerrados dar un paso
o con los ojos cerrados azotarla hasta que calle.


El paso necesario.
Era necesario.
¿Era necesario?
Qué omnipotencia detrás de lo necesario.
Todo lo posible
en mi cabeza
nada que no contemplara.
El pensamiento abarcándolo todo
la autoestima satisfecha
o al menos consolada.

El azar como la magia, no existe.

Lo inevitable es una caricia
en cambio
sobre un lamento negado.
Nada que lamentar,
era inevitable.
Caricia que cubre una herida
y no la hace menos dolorosa
sino menos visible.
De lejos parece consuelo.

El avatar inevitable.
Era inevitable.
¿Era inevitable?
Determinista declaración
de que nada puede escapar de su destino.
No importa qué haga
también mi lamento o mi júbilo
están escritos
por la misma mano, tal vez,
de la caricia.

La magia como el azar, no existe.

Entre lo necesario y lo inevitable
flotando van las razones y los intentos.


gadsy / malva gris.

martes, 15 de julio de 2014

Las mentiras.

Las mentiras, algunas,
las que se dicen a sí mismos
los buenos
los tolerantes
los políticos
creo que ya no me las creo.
Las medias verdades
se me aparecen flagrantes
intenciones primeras
devenidas segundas.
¿Qué haré con todos los discursos
frases bonitas
arengas bienintencionadas
llamamientos a la paz
a la unidad
fortuita
pasajera
promulgada y olvidada
que mis oídos escuchan
y sangran por los ojos
lágrimas de lava?
¿Qué haré con todos esos
no te creo
callados
retenidos en la lengua
prisionera de dientes como dagas?

Yo escuché hoy
una página nueva de un libro
poblado de ideas bellas.

Jóvenes labios las crecieron oda.

Plenos de entusiasmo
de fe malograda.

¿Y qué decirle sobre ese futuro pródigo
que quedará en el futuro eternamente?
¿Y qué decirle de su idea de lo bueno
de lo razonable
de lo justo?

¿Qué decirle de esa imagen de un bien
que no es bien para todos
sino para el todos que pueble su cabeza
un todos que no existe
no existió
ni existirá nunca?

Un todos que es otra mentira más
del lenguaje
una trampa que generaliza los objetos
en una clase
un ente
y que nunca podrá aunar a las personas.

No.
No existe un todos de gente.

¿Cómo le digo
que los todos pronunciados son mentiras,
las mentiras menos desenmascaradas de la Historia?

¿Qué decirle entonces?
Tal vez mentiras.
O nada.


gadsy / malva gris.

Fiesta. Llanto.

Fiesta.
Se escuchan los tamboriles
de la tormenta.
Fiesta.
Luces sobre el gris
y serpentinas de agua.

Llanto.
Los ríos que arrastran la desesperanza
los bienes perdidos en los lodazales.
Llanto.
Otra vez no salir de casa
mate cocido y un marroco duro.

Fiesta.
Suspender todo y no salir de casa
un buen libro, mate y tortafritas.
Fiesta.
Una película con familia o amigos
y un plato caliente para la cena.

Llanto.
Las horas tan breves subiendo colchones
inocentes barricadas para frenar el agua.
Llanto.
Las goteras colando el agua sobre la cama
los muebles estropeados, si quedó alguno.

Fiesta. Llanto.

Llanto. Fiesta.

Pero yo quisiera que disfrutes mi fiesta.
Y yo quisiera que te temple mi llanto.

Muy a mi pesar, llanto,
que se detenga la lluvia.
Fiesta.


gadsy / malva gris.

lunes, 14 de julio de 2014

¿Acaso yo soy esa?

¿Acaso yo soy esa
que no reconozco
mejor que ésta
que esta que lee?

¿Acaso yo soy esa
o soy solo mi mera lectura
en otra época
en otro mundo
apenas un reflejo
en una superficie mal pulida
enmohecida
de una página que contiene unas letras?

¿Acaso esas letras son las mismas
que hoy conforman estas palabras?
¿Y acaso estas palabras y aquellas
son las mismas
o son las mismas las intenciones tras ellas?
¿O acaso son incluso lenguajes distintos?

A veces no sé si no estoy diciendo siempre lo mismo
o si en realidad me contradigo todo el tiempo.
Detrás de las palabras
creo que estoy yo.
O tal vez un penoso intento
y no más que eso.

gadsy / malva gris.

Ah, las palabras.

Ah! Las palabras
las descuidadas palabras.
Las palabras detrás de las palabras.
Las incordiosas palabras.
Las inoportunas palabras.
Las equívocas palabras.

Mi voz se ha enredado en ellas
y no han podido salir indemnes mis mejores intenciones.
Mis gestos se han ridiculizado en ellas.
Mis intentos se han ahogado en ellas.

Ah! Las palabras
las traidoras palabras
las mentirosas palabras
las insensatas palabras
las excesivas palabras.

Mi corazón ha naufragado en ellas
mi alma no ha sabido como disculparse 
mis actos se han deslucido 
por ellas
mis oportunidades se han muerto clavadas en ellas.

Ah! Las palabras
las sórdidas palabras
las cínicas palabras
las odiosas palabras.

gadsy / malva gris

domingo, 6 de julio de 2014

Nunca.

Nunca.
Creo que nunca.
Como el horizonte,
jamás se alcanza.
Está detrás
ya perdido.
Está delante
siempre lejos.
Yo creo que nunca...
¡Pero qué paz de luciérnagas
de jazmines
de brisa tibia
de estrellas
de grillos!
Está aquí,
yo siento que está aquí.
Que sólo hay que dejar de negarse
de resistirse vanamente.
Que es sólo descorrer las cortinas
disipar la niebla
y dejar la locura.
Abrir los ojos
Hacer el desayuno
tender las camas
abrir las ventanas.
No más que eso.
Pero no es así.
Y tal vez nunca.
Yo creo que nunca.

gadsy / malva gris.

Las vueltas del mundo.

Las vueltas del mundo
me envuelven
me ciegan.
Criśalida de vértigo
me hila
me encierra.
Un huso inmóvil
en equilibrio incierto,
me momifica
con venda de nácar
con hilo de seda
de humo
de niebla.
El mundo da vueltas
y se lleva el horizonte
en un vals sin sentido
doloroso
impredecible.
No, yo no lo bailo.
No puedo seguirlo.
Un mareo me invade
y pierdo el equilibrio.
Las vueltas del mundo
me lanzan lienzos
me envuelven ráfagas
y soy como algodón de azúcar
fundiéndome
disolviéndome.
Las vueltas del mundo
me sepultan en mi centro.
Me ahoga en luces
me desgaja en estruendos.
No puedo seguirlo
Se lleva el crepúsculo
y me lo roba sin remedio.
Se lleva las estrellas
y no puedo detenerlo.
Calesita sin sortija
abrazada a un caballito
tal vez suba
tal vez baje
siempre dando vueltas
hasta que me duerma.

gadsy / malva gris.

lunes, 30 de junio de 2014

Niño.

Niño aún, rebelde
escondido tras el enojo
enojo de escuela
de maestra, de recreo
de deberes y saludo a la bandera
pero la música te desgaja
te rasguña con caricias
descascara tus corazas
y descubre tu centro
niño aún, rebelde.


gadsy/malva gris

lunes, 16 de junio de 2014

Porque.

Porque yo no me he animado a cuestionar
no permitiré que vos cuestiones.
Porque yo he aceptado los caprichos de los otros
no dejaré que te rebeles.
Porque las reglas son las reglas
y son reglas para obedecerlas.
Porque no he querido
porque no he podido desobedecerlas
no aceptaré que las desobedezcas.
Si algo bueno resulta de tu desobediencia
no quiero enterarme
condenaré la falta
de la falta de obediencia.
Porque yo aprendí que la obediencia es orden
y el orden calma.
Porque me obligué a creer
que la calma y la paz no perturban el alma.
Porque mi alma se pierde si tu alma inquieta gana.
Porque también yo quería haber ganado
y acepté que no podía cambiar nada.
O no quise enterarme
o no quise arriesgarme a intentarlo.
Pondré el gesto más rancio
y no perderé la calma
jugaré mi última carta
ocultando flemática mi temor
minimizando tus intentos con desprecio
protestando mi indignación,
por esconder mi miedo.
Porque si tu oposición logra, facilita,
elimina una barrera.
¿qué haré yo con el tiempo perdido
con el trabajo regalado
con el esfuerzo excesivo
con el sacrificio?
¿Qué haré si descubro
que no sólo era innecesario
sino que era además abusivo
hasta irracional?
¡Mi obediencia,
mi ciego sometimiento,
mi incuestionable cumplimiento
puesta en tela de juicio
fuera de toda lógica!
Qué haré si al final de cuentas
la rebeldía de los otros
destruye la cima
que había ganado escalando una vida.
O que haré si no la alcancé
y perdí entre tanto tantas cosas...
Y para nada.
El precio que pagué
lo cobraré en los otros.
Que otros sufran lo que he sufrido
que tampoco los otros lleguen
o lleguen con mi mismo sacrificio.
Lo que he aceptado
que no lo caduquen otros.
Porque si no es así
como me explicaré a mí misma el tiempo perdido
las ilusiones rotas.
Cómo haré para justificar el no haberme negado
si al final de cuentas
terminó siendo que los límites no eran tan sagrados.
¿Dónde está el castigo ejemplificador?
¿Dónde está la represalia exagerada?
Se deshace el imperio 
Que nadie derrumbe mi molino de viento
no vaya a ser cosa que me quede sin mi epopeya
y descubra que mi historia
había resultado ser tan poca cosa.

gadsy / malva gris

Hoy la calle.

Hoy la calle me devolvía a mí misma.
Yo miraba y ella me veía.
Me veía -digo- en mí, viéndola.
Y así veía los deportistas cotidianos
en zapatillas, corriendo o caminando.
Veía a los vendedores ambulantes
con sus pequeños objetos a cuestas
ofreciéndolos cansinos, rutinarios.
Veía gente fundida a los circuitos
de sus celulares
derramando en las redes de la tecnología
pequeñas migas de sí mismos.
Y otros verán tal vez sus esquirlas
como si fueran personas enteras
cuando apenas son secuelas
de seres disgregados,
disueltos.
Pero yo los veía
absorbidos por los voltajes imperceptibles
de sus pequeños engaños electrónicos
y veía a los deportistas
tal vez escuchando cantos o noticias
y veía a los vendedores ambulantes
estudiando las miradas de los conductores
detenidos en las luces rojas.
Veía a los niños apurando el paso
casi arrastrados por una madre o una abuela.
Veía a los fruteros acomodando esferas multicolores
turgentes de jugos y azúcares.
Veía las colas en las fábricas de pasta
y en las panaderías
por ser domingo y día del padre.
Y veía los árboles con sus escasas hojas
en susurros nerviosos
entre brisas casi heladas.
Y veía (cómo no verlos)
los arroyos de bestias de metal
rugientes
envenenando el aire.
La gente digerida en tropeles mecánicos
irracionales
descerebrados en sus torpes insectos gigantes.
Y veía los muros y las puertas
la alfombra de concreto con sus cuadrículas,
veía las pústulas de las torres
creciendo sin pausa
infectando ciudades
privándonos del cielo.
Yo veía todo eso y me veía a mí misma observando
más que curiosa: intrigada.
Y pensaba:
no estoy viendo a quien me ve mirando
e imaginando que tal vez estoy perdida
en algún pensamiento ajeno a todo esto.
No estoy viendo a quien me ve
digerida por mi bestia de metal
que rueda en la manada de fieras de hierro.
Observándome a mí entre otros, 
tal vez creyéndose el único consciente
de la naturaleza
que ahora también carga con nuestros ingenios malolientes.
Y pensaba:
no quiero irme del mundo
sin haber sido testigo de toda la vida
que el azar me pone delante
su bullente fluir incansable
en la sangre
la voz
la savia
las cintas de asfalto
los escapes rellenos de ruido y fuego
el movimiento.
Este balcón de mi mirada
esta ventana
no es mi único lugar.
También es la calle,
transitarla
caminar sobre las hojas crujientes
responder la mirada del vendedor
esquivar un niño volando de la mano
ser consumida en los venenos de nuestras obras
evitar que un edificio me levante por el aire
o que un muro me tape el sol o la luna para siempre
o una puerta me deje afuera
y ser el espectáculo, así, de otro testigo.

gadsy / malva gris

sábado, 14 de junio de 2014

Instrucciones para un poema sin musa.

Sentarse en diagonal a una ventana.
Esperar a que caiga una pluma
mejor si es de un ave gris.
Si hay tormenta
exponer la piel al rugido del viento
o del trueno.
Con la pluma bien afilada
abrir el pecho en dos.
Rociar con abundante melancolía.
Si se desea un poema fogoso
reemplazar la melancolía por Historia
que es siempre más combustible.
Encender frotando contradicciones
con insistencia.
Esperar a que se incendien las arterias
y la sangre se haga lava y peces de oro.
No comenzar antes de que los ojos ardan.
Entonces ocurrirá.
Los poros de toda la piel sangrarán palabras.
Recogerlas cuidadosamente
y pegarlas una a una en una hoja maltrecha.

gadsy / malva gris.

jueves, 12 de junio de 2014

Aquí.

Aquí
en medio de la extraña certidumbre del azar,
aquí en medio,
perdida
o aquí afuera
observando,
encontrada,
aquí digo,
en el centro de nada
en la periferia de todo,
desde este punto singular
acabo de crear un vértice,
el de mi punto de vista.
Fugaz.
Pronto los avatares del día
harán un leve sismo en mi sistema de referencia
perderé el centro
me saldré simultáneamente de la periferia
dual
en constante y equilibrada contradicción
simultáneamente en y fuera
como las desdichadas mascotas de Schrödinger
que podrían estar muertas y vivas
y que sólo una mirada cualquiera podría definir su destino.
Así aquí
o en cualquier otro sitio
un punto de vista lábil
cambiante
veleidoso
se desvanecerá como todas las otras cosas.
¿Acaso mi palabra tiene algún valor
mayor que la de las otras palabras que pronuncie cualquiera?
Una palabra podría ser muchas palabras
y no podría,
sino es,
o mejor son.
Muertas y vivas simultáneamente.
Adentro y afuera
en el centro y la perfieria.
Sólo un instante de conciencia le da su pincelada de referencia.
Y nunca más que eso.

gadsy / malva gris.

Nota: a veces me pregunto por qué cosas tan nimias, disparan semejantes disparates, que son certezas pero indescriptibles y así como se presentan, desaparecen... ¿sin rastro?

miércoles, 11 de junio de 2014

Instrucciones para dormir.

Cerrar los ojos.
Dibujar un laberinto
con un lápiz blanco
en un papel blanco.
Perderse.
Esperar a que llueva.
Cuando el papel se deshaga,
despertar.

gadsy / malva gris.

Leve melancolía.

Leve melancolía
me raspa el pecho
me late la garganta
me salpica los ojos.
Un piel encima de la piel
arde un poco
y presiona el cuello
retiene la lengua
y me tiene maniatada.
La quietud
me ha robado el cuerpo.
Una leve melancolía
que cesará cuando el sueño me lleve
y me haga saltar en una ronda
de medios recuerdos
y fantasías erráticas.
Seguramente, a la mañana
después de mirar las flores
de calentar el agua
de mirar el cielo
de la melancolía no quede nada.

gadsy / malva gris

martes, 10 de junio de 2014

La luna hoy tan luminosa.

La luna hoy tan luminosa
en el techo del universo detenida
no deja descansar al día.
No enciendas las luces.
La escalera no puede esconder sus escalones.
No tropezarás.
Su luz es más blanca que la leche
y más fría que el hielo.
Los pájaros no bordan el aire quieto
y no sé si duermen
o si, desconcertados, simplemente esperan.
Es que la luna hoy está tan tercamente blanca
tan caprichosa e intensa
que pareciera que no va inclinarse nunca
y vigilante se yergue en el cénit
sorda permanece en su quietud de cúspide.
Parece un juez
mirando implacable
los hechos
las evidencias:
aquí ha transcurrido el día con su bullicio,
aquí está ocurriendo un descanso expectante
un sueño que sospecha alguna singularidad.
El silencio es un muro de concreto
una represa
que sostiene contenidos los sonidos de la avenida
siempre rugiente y hoy, muda.
Ni un perro ladra.
Ningún murciélago sobrevuela las escasas galerías.
Ninguna ráfaga de otoño
ha batido las hojas amarillas.
Nada ni nadie se ha atrevido a desafiarla.
Es que la luna hoy tan luminosa
nos ha tomado por sorpresa.
Algo esperamos tal vez,
su voz sentenciosa,
una marejada
una tormenta de viento
un desnudar de árboles prepotente
un desmayo de plumas de palomas
cualquier señal que provenga inequívoca
de la luna
hoy, tan luminosa,
que da miedo.

gadsy / malva gris



sábado, 7 de junio de 2014

Distraídos.

Estábamos distraídos.
Como tantas otras veces.
Sí, pensábamos en otras cosas.
En fiestas, en estrenos, en aniversarios.
En nacimientos y funerales.
Privados.
Públicos.
En ocasiones, también,
en los actos patrios,
los disfraces, los libretos.
En ceremonias y discursos.
En graduaciones y reconocimientos.
En asunciones y golpes de estado,
en elecciones
en campañas
en piquetes y en saqueos.
Otras veces en los campeonatos,
las ligas,
las copas mundiales,
los olimpiadas,
las carreras.
Y cómo podían faltar
las innúmeras loterías
y otros azares.
Alguna guerra tal vez,
algún escandalete
de una o más vedettes,
animadores,
actrices y actores,
deportistas.
Artistas.
Cada tanto un político o un juez
(que vendría a ser lo mismo)
que acusa,
que es amenazado,
que es descubierto,
que es cuestionado,
que es comprado
o vendido
que es ejemplo
o vergüenza.
Qué sé yo.
Distraídos.
Con algún premio Nobel
o algún Oscar
los Martín Fierros
los Globos de Oro
los Emy
los Grammy
vaya a saber cuántos otros festivales.
Y los tres tenores
Y las bandas que se separan y se juntan.
Y los directores de orquesta
o los prodigios de todo tipo.
Y los accidentes y los atentados
incendios, choques, caídas, explosiones,
derrumbes, terremotos,
aludes, tempestades, maremotos.
Siempre tristes
siempre dolorosos
desgarradores.
Ver los ojos incrédulos,
los gritos
la bronca
y todas las otras emociones que arrancan
a tajadas los recuerdos
de los que quedan.
Pero distraídos igualmente.
Estábamos distraídos.
Como tantas otras veces.
Porque las muertes silenciosas
no ocurrirían si no estuviéramos tan distraídos.
Yo misma ahora,
enumerando inumerables distracciones
nos distraigo
sin escuchar sus voces.

gadsy/malva gris

domingo, 18 de mayo de 2014

Contrapunto.

Estoy en la sala escuchando al poeta.
Su voz desgrana las palabras en sonidos amables.
No, no son letras. Son colores.
Son inflexiones, melodías, pausas.
Ideas ornadas con palabras.
Palabras bordadas con letras de aire y aliento de imágenes.
Algo le responde.
El aire se ha sentido preguntado
y contesta un temblor leve
un susurro.
Corre la voz del aire y las hojas entonces responden
y ríen
y su risa es un rumor
un típico rumor de hojas.
Y la voz del poeta se eleva a apenas
y el dúo corona los alientos retenidos
de nosotros que escuchamos
algo hechizados.
Pero una nueva voz se eleva,
la mía muy adentro trémula
y tímida responde al aire que hacía reir a las copas danzarinas
y al poeta cantando ritos ancestrales.
Y mi voz queda resonando en mi cabeza y no llega a mi lengua
es un eco, una resonancia
una armonía con las dos voces tan claras que conversan.
Una cuarta voz entra en escena.
Algunas gotas han decidido venir a oir al poeta,
sus pies caminan por los techos y las cornisas
y son sus pasos los que percuten el ritmo de la cita.
El poeta es uno con el aire y el agua.
No podía ser de otro modo.
Con su magia los invoca.
Vibra el aire, y es un mensaje que invita
a los tesoros del mundo a bordar una sinfonía incidental en el tiempo
fugaz
única
irreproducible.
Estoy segura que más voces resuenan en las cabezas
ahora que todos somos poetas
crecidos por la magia del poeta leyendo,
configura los ritos del arte.
Y cada poeta canta con su propia voz
en silencios ocultos tras el aliento
los ojos entornados
las cabezas inclinadas
el pecho rítmico consonante con la lluvia.
Es perfecto el instante en que el arte se hace cumbre
y nos cose con su aguja de hielo.

gadsy / malvagris.

Violencia en negar la violencia.

Violencia en negar la violencia.
Violencia en negar la violencia negada.

La violencia me ha permitido más
de lo que me ha impedido, es cierto.

¿Acaso no fue la violencia sobre los otros
esa violencia que ignoré y tal vez ignoro
la que ha construido este escalón que hoy ocupo?

¿Acaso no me sostiene la violencia
que hace de mi piso el techo de otros?

¿Acaso no es la violencia el cincel
de esta pirámide que hoy me otorga mi comodidad?

Violencia, hay, sí, en negar la violencia.

Confieso que he sido parte de la configuración del mundo.

Confieso que alguna vez he usufrutuado algunos privilegios
y confieso que he defendido mi derecho a ellos.

Confieso que jamás he querido negárselos a otros
si bien he sido enseñada para creerme merecedora
y defender con altivez esos méritos.

Confieso que cada día recuerdo que la violencia
de tantas formas me ha moldeado
que ya no sé qué parte de mí es realmente mía
y cuál ha sido esculpida, desechando alguna parte propia al olvido.

Violencia sí, en negar la violencia negada
al haber abandonado mis propios restos perdidos.

Con dolor tal vez y sin memoria.

Violencia también en negarme esos recuerdos
y consentir las bondades de mi propia siega.

Tal vez lo conservado no ha sido mejor que lo desbastado.


gadsy / malvagris.

Violento es el mundo.

Violento es el mundo que sabe callar
la violencia que injusta e inútilmente
ha enmudecido los reclamos,
las voces de sus víctimas.
Violentas las personas
que deciden ignorar el dolor que roe
a los hombres y mujeres
del pasado
del presente
del futuro.
Violento el mundo que hizo fe de la crueldad como remedio
y armó guerras
cruzadas
inquisiciones
redadas
prisiones
las más clandestinas.
Violento el mundo que vio subir a los estrados
a los espíritus más crueles y perversos de la Historia
y los ha gloriado.
Violento el mundo que ha vertido lágrimas
y las ha secado con la manga
para victoriar ejércitos
reyes
presidentes
que a su vez habrán hecho vertir otras lágrimas
las ajenas
las del otro lado de la frontera.
Violento el mundo que goza admirando el lujo
la soberbia
los sarcasmos repugnantes
las burlas y los maltratos
mientras niega el pan y la dignidad
a los mismos otros por siempre negados.
Violento el mundo que adora las líneas de un mapa
como ídolos fugaces
con dueños invisibles escudados tras papeles
de pertenencia
o de sometimiento tras una guerra injusta
(las guerras son siempre injustas)
que hacen cambiar de dueño el aire
el agua
las hierbas y los animales
y (naturalmente)
los destinos de las personas que viven y mueren en ellos.
Violento el mundo que venera el dinero
esos papeles dibujados con arte distractivo
o esa presunción meramente numérica 
con sus promesas mentirosas

y su fantasía
más valiosa que su capacidad de hacer reales los deseos,
que ha vertido sangre
y ha malgastado más vidas que las guerras y las pestes.

gadsy / malvagris

sábado, 17 de mayo de 2014

A quién busco un día como hoy, intempestivo

¿A quién busco un día como hoy, intempestivo, 
con sol o con luna,
con nubes o sin ellas
con apenas una brisa, o con un ventarrón violento e impertinente,
o inmóvil como esperando una sentencia,
intempestivo digo,
porque mi cabeza cría vórtices caprichosos
y como rayos percuten latigan el cŕaneo
y yo sé que tarde o temprano partirán los muros
y no sé si eso aliviará la presión
o liberada la tormenta
arrasará con el mundo y sus confines?
¿A quién entonces busco, un día como hoy,
como otros, como casi todos los días,
pero peor los días que me entero de nuevo del atrevimiento procaz
de unos pocos mismos
que con la indiferencia entretenida en engaños
de los pueblos anestesiados
de los intelectuales ensoberbecidos
como cómplices presuntamente ausentes
(juntos, digo)
barren y segan, segan y barren
nuestras pequeñas libertades cotidianas?
Que empiezan a llamarse libertades
cuando dejamos de hallarlas.
Que creemos que con llamarlas derechos
las recuperaremos.
Que con esa puerilidad irritante
hacemos que ocurran
y nos decimos ya va a pasar
todo pasa
no pasa nada.
¿A quién, que escuche, un día como hoy,
enfurecidos juntos tras una piel inmóvil
la voz muda
los ojos incrédulos,
a quien con quien ampararnos bajo alguna cornisa impotente
si nos están pudiendo por todos lados?
¿A quién buscan estas letras
que con un orden caprichoso hacen algunas palabras
(bastante más palabras que ideas)
antes pensadas
lloradas
inútiles e impotentes?
¿A quién?
Si todos están mirando para otro lado
como si nada de todo esto estuviera pasando
y siempre el clima fuera apacible...
Y las tormentas sólo fueran de agua
de viento
de barro
de hielo?

gadsy / malva gris.

martes, 21 de enero de 2014

Del caos de mi vida.

Del caos de mi vida,
que no elijo,
me redimen los poemas de los siglos
de los ingentes demiurgos:
hombres, mujeres
hacedores de mundos
variedades de mi mundo
o de los mundos de los otros.
No sé cómo evitar
que el maltrato indeseado de los bancos
que la estupidez que germinan
diligentes las empresas
industriosas las burocracias
(pese a mi resistencia)
perforen mi escudo
con sus raíces infectas
hasta que me penetran por los poros
como un cáncer
o me succionan como sanguijuelas.
Me roban del tiempo.
Me secuestran de mi calma.
De mis tareas me apartan.
Me mantienen lejos de los placeres.
Sólo me rescatan los poetas
con ese inevitable destino de belleza
de vibrante pulsar mi cuerda
que canta
y ya no existe otra cosa.

Del caos de mi vida
hoy
unos pocos versos
me trajeron de vuelta a casa.

(Habiendo leído algunos poemas de Jorge Spíndola: http://el-placard.blogspot.com.ar/2010/07/poemas-de-jorge-spindola.html)
gadsy/malva gris

domingo, 12 de enero de 2014

No tengo paciencia.

No tengo paciencia de volver sobre lo escrito.
Escribo ahora, que conozco los signos
que se suceden en el tiempo,
en la línea
que se intercalan y se agrupan
y forman bordados
sonoros, tal vez,
si una voz las convierte en palabras.
Porque las palabras
son apenas aliento 
y el aliento no es más que aire
que se diluye con las brisas y las tempestades
que se licua con el canto de las aves
y de los motores,
con los truenos
y otros cantos más rumorosos
o con las voces de los animales
o los leves estampidos de algunos accidentes.
Y como aliento diluido en el aire
viciado de vida y movimiento,
así, igual, se pierde.
Y debe perderse.
El tiempo está para que pase.
Y nosotros como olas en él.
Qué importancia podrían tener mis palabras.
No he inventado los significados.
Los significados son de los pueblos
que abrevan su historia
sus múltiples versiones de la historia.
Yo no he inventado nada de esto,
soy un brizna
una coz
un rebuzno
en la muchedumbre ruidosa.
Vociferante a veces,
Torpe y necia reiterando errores y falacias
o espejo brillante replicando las mejores ideas.
Pensando en eso entonces,
es que no tengo paciencia
de volver sobre lo dicho y darle lustre
pulir las palabras
y de ahí los signos.
No vale la pena.
Quién llegaría aquí
y se detendría tanto tiempo
como para leer con alguna atención esta línea.
Menos las otras más antiguas.
Por eso 
no tengo paciencia de volver sobre lo escrito.
Si no tiene caso
mejor inhalar y espirar nuevos laberintos
nuevos encajes
fugaces
de letras.

gadsy/malva gris

miércoles, 8 de enero de 2014

Las bellas palabras.

Las bellas palabras,
abandonadas.
Atrás quedaron los días de los pensamientos gentiles.
Estela,
te gustaba (me decías) cuando le cantaba a la naturaleza.
¿Sabés?
Cada vez puedo menos.
Cada vez más el dolor y menos la dicha
y menos aún la luz diáfana del día
(inocente de tan ignorante)
me roba las palabras, los puntos y las comas.
Yo que vibraba como una cuerda de violín
con la luna y las estrellas,
con los pliegues de la luz
en las rugosidades de la sombra
que me asombraba sin remedio
vencida
con el viento vórtice de susurros
y me hería de muerte una llovizna
como púas, como espinas,
el aroma de las hierbas bendecidas de rocío
de la tierra mojada
elevándome por el aire infinito...
No lo he olvidado.
Soy la misma.
Pero más en carne viva.

gadsy / malva gris

Calmo.

Aquí es todo tan calmo.
El silencio de la mansedumbre
la épica de los felices
las voces que no me llegan.
Yo sé que más allá gritan
de gozo
de dolor
de impotencia
de excitación
de a una, de a dos, de a miles
las voces de los otros.
Yo sé que no me llegan
sus palabras de alabanza
ni sus gemidos sufrientes.

Aquí todo es tan calmo.
El silencio impone una muralla,
el silencio de las distancias,
que diluye las risas y el llanto,
el gritito breve del juego de algún niño
divertido
los gritos de un festejo
o de una hinchada en el calor de la competencia,
el alarido del terror
o el clamor de la muchedumbre.
Diluidos por las distancias
divergentes en el viento,
disgregadas en el tiempo.

Aquí todo es tan calmo.
Hoy el sol dibuja algunas sombras en la medianera.
El aire está tibio y casi quieto.
Se escuchan brevemente algunos niños riendo
chapoteando tal vez en la piscina de algún vecino
algún avión en el cielo cristalino
algún auto en las avenidas
unos pasos en la casa de al lado.

Aquí hay tanta calma.
Mi teclado,
la vibración de la cuerda de colgar la ropa
y los broches trémulos
improvisando algún ritmo breve
el agua escurriéndose en alguna cañería
un vaso que se apoya en alguna mesa.
Aislados, espaciados, tranquilos.

Aquí es todo tan calmo.
¿Cómo ignorar que están pronunciándose palabras
de compromiso
de tarde soleada
de noche íntima
de sentencia y enojo?
Que se están elevando
(o arrastrando)
canciones e himnos
diagnósticos
contratos
verdades como dagas
mentiras como tuneleras...

Aquí todo es tan calmo.
Pero el aire está viciado de palabras.
Bendito de palabras.
Infectado de palabras.
Ornado de palabras.
El aire quieto,
el aire tibio,
el aire ardiente
el aire tumultuoso.
De palabras invisibles
con su magma y con su hielo
con su avalancha de rocas y de barro
con su brisa leve,
fecunda.

Y aquí sin embargo, todo es tan calmo...

gadsy / malva gris.

martes, 7 de enero de 2014

Yo que nunca.

Yo que nunca terminé de matar
ese brotecito tierno de la rebeldía
y que tampoco lo dejé crecer
de puro cobarde.
Yo, que nunca terminé de hablar claro
y decir algunas cosas por su nombre
nombrándolas a medias
pidiendo permiso.
Yo, justo yo.
Que hoy me dijeron:
"claro, no podía ser de otra forma,
no podías ser otra cosa".
"Desde chiquita eras así,
pensabas de otra forma
importunabas con tus preguntas
ponías a los maestros en aprietos".
Y yo no sé.
No me di cuenta.
No era conciente.
Pedía respuestas.Y por eso hacía preguntas.
No medía las preguntas.
No especulaba con las preguntas.
No me armaba con las preguntas.
Yo, que no me di permiso de decir quién era,
de pensar quién era.
Yo que aún no sé bien quién soy.
Que recién ahora, hace pocos años
empecé tímidamente a tomar conciencia.
Con terror, con espanto.
Yo que venía ocultándome en las medias tintas.
Yo... yo ya soy una rama torcida.
No quiero que creas que soy una esclarecida,
una valiente
una heroína.
No.
Yo ya estoy perdida.


gadsy/malva gris